sábado, junio 13, 2009

Lo Nuestro: Pedro Geoffroy Rivas






Anduvimos errantes
años, años, años anduvimos errantes
la ventisca el granito los violentos vendavales
las grandes bestias devoradoras
nada pudo detener nuestros pasos
cruzamos ríosmontes
abismos de terror
cumbres a las que nadie se atreviera antes
pavorosos desiertos
nada pudo detener nuestros pasos
en tierra arena rocas dejámos hondas huellas
junto al mar caminamos
sobre las altas sierras
de día caminamosde noche
sin detenernos

caminamos naciendo y caminando
soñando y caminando
pariendo y caminando
caminamos cantando y caminando

nada pudo detener nuestros pasos
con nuestra casa a cuestas
enterrando fechas
estableciendo muertos
caminando
con el sol en los ojos
con el sol a la espalda
sudorosos
hambrientos
caminando
negros de sueños
heridos por la sed
sin luna tropezando
duros de frío
caminando
de grito en grito estableciendo el rumbo
caminando
sobre navajas bárbaras
caminando
prietos de arcilla
caminando
dolor afuera
caminando
creciendo en esperanzas
caminando
años años años

caminando caminando caminando



Pero debió cumplirse la otra profecía
hombres de largos ojos llegaron por el mar
del oriente vendrán
de donde reina el murciélago
hablando lengua extraña
vestidos de metal
cabalgando sobre monstruos horrendos
vomitando lumbre
precedidos por un trueno terrible
ocho veces leyeron los augures los fatales presagios
en el oscuro espejo del señor de los dardos
ocho veces dijeron el destino de la raza escogida
despuésun viento de locura dispersó a los danzantes
huracanes coléricos derribaron
la casa de la sabiduría
entre luces de lanzas y tronar de arcabuces
muertos los sacerdotes
violadas las vírgenes vestales
desgarrado el tonalamatl de los vaticinios
extinguida la hoguera que ardía sobre el ara
un incomprensible signo de madera
se alzó sobre el teocali del dos veces divino
el centro de todas la esferas
rodaron las estatuas de los dioses
por los flancos de las altas pirámides
y la muerte perdió su profundo
sentido de glorificación
bajo el polvo iracundo
las piedras volvieron a quedarse solas
otra vez en la vasta desolada bárbara soledad
lejos de la reverencia y de la sangre
destrozados los símbolos
rota la majestad del homenaje
escarnecido el significado
derruido el imperio del designio
otra vez sólo piedras
oscuro basalto o transparente obsidiana
ocultas a la luz verdadera
fuera de las profundas realidades de los dioses
regresados los tigres a la garra asesina
y las sagradas serpientes
reducidas de nuevo a su rastrera condición de reptiles
vuelto vulgar metal el oro luciente de las joyas
cerradas las puertas de la turqueza
roto el cofre de jadeagobiado el hombre
perdida para siempre su antigua grandeza
pero los Nietos del Jaguar
aún estamos aquí

Pedro Geoffroy Rivas
Tamen
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