Nostradamus
(1503-1566), sigue estando presente en el tiempo sin fin dado su intrigante
estímulo por llevarnos a cotejar lo vivido (historia) con lo imaginado
(profecías), haciendo uso de la figuración necesaria y suficiente. Pero o
Hamlet o Peza(n), o Albertico, etc. muchas otras más cautelas, explicaciones y
prevenciones reflexivo-inspiradas que caen al pelo en aras de balbucear sobre
la polémica "reforma" tributaria recién salida del horno legislativo.
Cuando se
es ducho en a lo sumo nada más que saborear lo poco que hemos logrado conocer y
contemplar de la mucha cosecha pensante, ingeniosa y sagaz, con harta facilidad
degustamos, nos asombramos y agradecemos el auxilio del arte sutil de la ‘fraseología’,
ocurrencias altamente sugestivas en acumulado inventario que nos han transmitido
muchos miembros distinguidos de tal cultivo introspectivo con fines
direccionales multi-diversos, en los momentos que no estaban en trance bajo
intenso fuego intelectual formal. A
cuyos progenitores guardamos respeto y vehemente admiración, en virtud de los
frutos heredados y no porque se les embadurne con medallas, títulos o
certificaciones. Con la particular
personal devoción de calificar a la "fraseología" aludida como ciencia,
vista su condición de aportes forjados con con-ciencia.
Mostrando
un botón, recordamos la ilustrativa magistral sentencia:
Ya que
no todos son Garrick, ante las quejas para unos y lisonjas para otros
alrededor de la nueva mini reforma impositiva aprobada en el pulgarcillo, la
previa reprensión nos invita a ver alternativamente una luz roja en el lado
oscuro de la luna. Refulgencia colorada que hace recordar, para evitar
equivocaciones, la defensiva intuición de contextualizar los quejidos con la
máxima que dice "donde hay llanto ahí
está el muerto". Es usual que haya gatas angoras; y aunque rebatible son explicables los lamentos
de quienes encarnan angora angustia.
No todo sollozo/rabieta
(por los "afectados agentes económicos y fans") es motivo de censura contra los
autores (Gobierno/Estado). Corregir
las enormes deficiencias e
insuficiencias de nuestro sistema tributario es un noble fruto de ave que
atender, vista la deuda pendiente que litigar con la sociedad pulgarcilla y que
en la actual etapa de su evolución demanda y exige amortización, para que no sólo
algunos sean los beneficiarios exclusivos del ejercicio de la política
impositiva, peor si son los de siempre
contra los de casi nunca, sujetos que gozan particulares privilegios
discrecionales otorgados bajo indefendible amaño.
Otran
vex, nada de nueva reforma, simplemente continuación pues le preceden muchas
otras, lo cual es natural y normal. Cuando están ausentes las dichas enmiendas son manifestación coyuntural sospechosa
que no se hace nada decente, excepto ojos sordos plus ceguera afónica a favor de
que la fiesta fiscal espinosa respectiva, continúe sin reproche ni aplicación
de lija afinadora sobre las costuras desalineadas del sistema impositivo.
Sensato
inclusive reconocer, sin querer queriendo, que unas y otras (en los 20 o 25 años
–por los 5 siguientes y tantos meses a la fecha) han dejado frutos
positivos.
Imposible que estén ausentes indecorosas mieles amargas, ni acusaciones por que
transitan chingo de intereses oscuros y agraviosas cochinadas infiltradas en la
evolución tributaria, cada vez que desafía el Hamlet dilema "ser o no ser".
Siendo algunas imputaciones harto fundadas, otras ponzoñosa acomodadas. Sin embargo,
no es exageradamente iluso decir que es preferible convivir con las virulencias
que menos hastían. Ineludible conformismo cuando en sentido pragmático vemos el
lado amable de las Chepe-ingenieril circunstancias
que ordinariamente acorralan el mundo
impositivo dentro del hotel político que las habita.
Hablando
de botones pertenecientes a los previos 20, diremos en torno al muy colorido broche
acosador sobre los bolsillos pulgarcillos conocido como IVA, que no iba ser sino que
es un impuesto que detenta cualidades superiores en comparación con el
impuesto de timbres y papel sellado que sustituyó; empezando por mayor control
y facilidad de ser fiscalizado por Hacienda y su ’ejercito’ de auditores.
Siempre,
como en todo, hay margen discutible sobre cuanta participación tiene y/o
debiese tener en el conjunto de la carga tributaria del país un determinado
gravamen. Pero su presencia es conveniente y útil. Por suerte temporal la IVA
estaca pulgarcilla (13$) aún es medianamente ligera. Cualquier intento de cerrar portillos de escape indebido bienvenido,
máxime que de ordinario se retiene dinero ajeno ya recolectado de quienes pagan
el IVA inmerso (trasladado) en la factura de compra venta sin enterar al erario.
Reconociendo
al final de cuentas que los impuestos son una especie de Robín Hood, un mal
necesario o el precio social que se paga por navegar y convivir en la nave de
la civilización, desde que se creó el Estado hace un par de diminutos segundos
en el reloj universal, u otras calificaciones según el cristal con se miren.
Al menos
en este riachuelo con humedad fiscal el célebre "ser o no ser" shakesperiano no es el dilema. El chunche es que a ‘huevin’ se pagan impuestos.
Que entre ser o no ser, los impuestos se han impuesto ser una medicina fiscal
amarga, pero solución inevitable sin sustituto para captar recursos al fin. Declarado no inocente, simplemente no
comprobado culpable al IVA, el siguiente entredicho con caliente novedad es
el que amilana la alcoba de los billetes bajo entretelón financiero, el que más
rugidos ha provocado.
Aterrizando
en los vientos tributarios del hoy muy de ahora en ‘delante’, vemos al impuesto
sobre las operaciones financieras recién estrenado en el teatro pulgarcillo,
transitando cual ‘florero’ sospechoso delincuente impositivo, acusado (por los
que ríen llorando) de ser lo que podríamos llamar, un Caballo de Troya que
transporta infalible hacia un cuasi apocalipsis de la afligida economía cuando
de mal agüeros se escuchan gritos.
Pero el
poeta que Peza advertía, readecuando su profecía genérica antes citada, no
confiar (siempre) en quienes muestran con chirriados tambores que su alma gime
cuando ocultan que el rostro ríe. Hay razones para no escuchar las musas que
anuncian fatídico apocalipsis (monetario) en la intermediación financiera.
No fue Lucas ni Chaparrón Bonaparte sino míster HAMLET quien ciertamente se
preguntaba: "¿Quién puede soportar tanto? ¿Gemir tanto? ¿Llevar de la vida una carga
tan pesada?".
Respuesta for ever and ever obligada por terrenal
realidad: Todos, excepto el y los
que evaden ejerciendo soez punitiva astucia, y los que fruto de su astucia
consiguen eludir responsabilidades de pagar impuestos con bribonzuela autorización legal (de velada paternidad) sin riesgo
potencial inminente de persecución, y por
el contrario con derecho a reclamar cualquier “vuelto” resultante de cotejar
créditos y débitos.
Y al envolvente inquisitivo aleteo que en su tragedia
el príncipe danés agrega luego:
"Cuando del mundo no percibamos ni un
rumor…". Sin manchas indeo-lógicas distractoras, por inclusión
taciturna intuitiva el Quijote caballero andante de la mirada triste, personaje
cómplice ejecutor titular de las misiones literarias de don Miguelito, aludió
con la rapidez propia
de la época pocos años después, que si así fuese habría
que preocuparse… pero en caso contrario presentía condescendiente que si ladran
los chuchos (sin ofender al mejor
amigo del hombre ni a nadie más equivalente o cercano), es signo jolgorio
digital que estamos vivitos, vamos coleteando esperanza, y en marcha pa’lante;
dicho bajo afable fiscal traducción interpretativa.
Es natural que los empresarios con sus tanques y
carretillas de pensamiento afines a las valoraciones críticas sobre el impuesto
en cuestión, debiendo precisar algunos pues ya no valen las generalizaciones
del pasado en tales temas, lancen una artillería opositora contra el novísimo
efusivo impuesto que aborda la montaña financiera, hasta ahora casi oculta al acoso
tributario igual que los periódicos (ya no más al fin) y Universidades privadas. El resto, ya acostumbrado tal cual víctima de violación que pide usar
condón y algún "calentón" mano-lero cariñoso, por prudente prevención, que
duela menos y quien sabe guste, no hace
bulla ni se extraña que con justicia hallan otros más que se incorporen a la
fiesta del diezmo que exige el erario.
Por
cierto, aprovechando conversar sobre otras vicisitudes, el maestrísimo Einstein
nos dejó dicho: "Si una idea no es absurda al principio,
entonces no merece la pena". Siempre sabio tan ilustre personaje, no hay resabio mínimo ni
minúsculo de duda al reiterarlo.
Nuestro insigne
impuesto sobre la renta con muchas décadas de baile pasito tun-tun, se ha ido ajustando,
mejorando, sin faltar amañando, a lo
largo de su existencia. Normales gajes del oficio fiscal.
En su momento, cuando
apareció en escena igual de absurdo fue catalogado y acusado dicho "candoroso" instrumento impositivo. Cientos de reformas y cambios de carrocería han
sobrellevado tal figura tributaria.
los pasquines a la escuela fiscal. Tarde siempre es mejor que siempre nunca.
En materia de la
necesaria y justa contribución al financiamiento del gasto público y del Estado,
sin peligro real de ahorcar a la gallina que pone los $$$, regocijos porque van
siendo menos los que son y no están.
Oraciones tributarias para que vayan saliendo los que están y no son.
Con el impuesto sobre
operaciones financieras no se ha descubierto la orilla azul de la bacinica en
el pulgarcillo. Varios países (algunos muy exitosos como Brasil y Colombia) en
el sur y de Europa, tienen en vigencia o en proceso de discusión, con sus diferencias, un impuesto como el citado.
No hay evidencia de apocalipsis
subsiguiente por tan macondo "desafío". Por mayor imaginación creativa que
salga al ruedo, siendo o no arrebatado que se compare con Margaret Thatcher,
difícil es pensar que alguien como Doña Ángela Merkel, legionaria conservador
primer mandataria de Alemania, (de sobra reconocido que tiene bien socados los
H femeninos) padece de locura tropical al tener compartido interés con
proyectos tributarios como el que hasta un país pulgarcillo como el nuestro se
atreve aprobar.
Bueno, en consonancia
con lo ya dicho citando a don Beto Einstein, otros dirían: relax y "orejas" de
hormiga contra las bullas de intimidación a fin de no temerle al miedo,
sabiendo de antemano que absurda no es la locura sino declararla como tal.
La pequeña
Mafalda con su carismática inocencia adulta pregunta: ¿"por dónde hay que empujar este país para llevarlo adelante"? (no
pa’ traz); y advierte darse cuenta que no obstante "TODOS creemos en el país, lo que no se
sabe es si a esta altura el país cree en nosotros."
Todos,
pero en mayor medida los tanques y carretillas aludidos, (mejor/por
favor/ojalá) debiesen estar pendientes de recomendar positiva y
constructivamente (las ilusiones son parte de la viviente vida), como llevar a
buen término el embarazo en ciernes del tributo financiero ya vigente,
reconociendo que el aborto ya no es una opción, pues el Sr,
Presidente no lo vetó como le pedían los opositores al proyecto de ley
respectivo. Útil sería que fiscalicen el uso
decente, austero y eficiente de los fondos recaudados, con propósitos pro
cumplimiento de las responsabilidades ciudadanas; sin que tampoco sean presa de la magnética negocio-tentación de
caer en la ‘mareada’ electoral que se avecina, guiados por la rústica tonto-crítica
destreza que todo lo que se haga o se diga será usado en contra del interpelado.
Y los otros
todos bien intencionados, a favor o indiferentes, no deben olvidar que,
principalmente en materia tributaria, hay siempre merodeando los peligros que
alerta la máxima HECHA LA LEY HECHA LA
TRAMPA. Por lo que es prudente, necesario y conveniente escudriñar con lupa
utilitaria los detalles de la ley, a fin de evitar o anticipar una potencial
catalogación de "ballenas silvestres" a los puercos denunciado por Fosco Maraini… Para que tampoco llegue a ser ‘tan
longeva la desgracia’ que anticipa en protesta míster Hamlet, y se
advierta/asesore (esperando escuchen a quienes corresponda) que cierren los
infames portillos y atajos que facilitan la evasión o permiten (legalizan) la
elusión, en este y otros tributos.