Aparentemente Lorenzo Montúfar no es un escritor taquillero, quizás debido a que era un centroamericano unionista, morazanista, y de ideología “liberal”, como el gringolandés le llama al comunista o populista de hoy…, y como actuó Morazán el estadista, Montúfar el escritor atacó con su pluma el catolicismo imperante…,
Pero Montúfar fue un respetado doctor en Jurisprudencia e intelectual de peso.
De acuerdo a esta biografía que hallé en la red, Montúfar enseñó leyes en El Salvador, Costa Rica y escribió numerosos libros sobre diversos temas históricos, biográficos y filosóficos, entre ellos este titulado “Francisco Morazán”, escrito en 1896, dos años antes de su muerte, y del cual hoy traigo a compartir un capítulo con quien quiera leerlo.
Este es un libro de bolsillo de 196 páginas, y es el capitulo VI (“artículo” como él lo publica) el cual trata sobre las formas de gobierno imperante en el siglo XIX, formas de gobierno no muy distintas de las actuales y que generaban, como hoy, tantas polémicas, discusiones, pasiones y guerras entre el terrícola contemporáneo.
FRANCISCO MORAZÁN
Entre todo lo que se ha escrito contra el general Morazán se encuentran estos conceptos: “Morazán pretendía quitar a Guatemala la preponderancia en Centroamérica, lo que jamás pudo lograr, gracias a la constancia y celo con que la defendieron los buenos patriotas guatemaltecos."
Los que así hablan olvidan los principios de las ciencias políticas. .
Existen muchas formas de gobierno y cada una de ellas tiene reglas que le son propias y de las cuales no puede separarse.
Los gobiernos despóticos, cuya organización es muy sencilla porque generalmente consiste en la voluntad de un hombre; están sometidos, sin embargo, a determinados principios.
El Zar de Rusia no puede traspasarlos, y en momentos dados, tiene que someter su voluntad a ellos.
EI Sultán de Turquía no es totalmente absoluto, obedece al Diván en ciertos casos.
Estas son las reglas generales de aquellos despotismos.
Las monarquías constitucionales están sometidas a grandes combinaciones políticas que marcan: la persona del rey, irresponsable; pero sin poder ejecutar acto alguno que no lleve la firma de un ministro responsable, el parlamento, el veto y una serie de leyes a que está sujeta la nación.
Las repúblicas obedecen a principios fijos, muy conocidos por nosotros, que no creo necesario recordar ahora.
Los gobiernos federativos son muy complicados. No solo los compone una sociedad, los forma una sociedad de sociedades y cada una de ellas tiene su propia organización.
Todas esta sociedades están regidas por una ley que se llama pacto federal, y de la cual no pueden separarse.
Esta sociedad de sociedades, que se denomina federación, reúne todas las ventajas de las otras formas de gobierno.
El barón de Montesquieu hablando de las republicas; dice: "Si la republica es pequeña la destruye una fuerza exterior y si es grande la destruye un vicio interior; pero de uno y otro mal están exentas las republicas federativas."
Él presenta las reglas a que deben someterse los Estados confederados para dar este asombroso resultado, y una de ellas es la igualdad política.
Esta igualdad indispensable no se puede obtener por la población, porque hay unos Estados más poblados que otros, ni por la extensión porque hay unos Estados más extensos que otros, ni por la riqueza, porque hay unos más ricos que otros. Se obtiene por la hábil combinación del Senado y de la Cámara de Diputados.
Los publicistas que han hecho más profundos estudios del sistema federativo, dirigen sus tendencias y sus aspiraciones a sostener la igualdad política; pero por desgracia muchos de los hombres que han tenido influencia en nuestro país, apartando la vista de esas sapientísimas doctrinas, se proponen marchar por diferente senda.
La Constitución de 1824 llamo a Centroamérica República federativa, compuesta de cinco Estados.
Para mantener firme el sistema que la ley fundamental adoptaba era preciso establecer la igualdad política de ellos.
El general Morazán había estudiado el sistema federativo, era admirador de Montesquieu y quería que su gobierno marchara sobre la senda trazada por aquel inmortal publicista.
Sus tendencias a la igualdad política de los Estados eran su norma, y esta norma la consideran algunos de nuestros políticos como un crimen.
La grandeza de una Republica federativa esta en el engrandecimiento de todos los Estados que la componen.
Absurdo sería pretender que uno de los Estados Unidos dominara a todo el país.
Absurdo sería solicitar que uno de los cantones suizos dominara toda la Suiza.
El gran crimen, pues, que se atribuye a Morazán, es la primera de sus virtudes cívicas.
Extraído del libro “Francisco Morazán”, por Lorenzo Montúfar.
Tamen
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