¡Dulces himnos cantemos de gloria!
Al maestro abnegado en loor,
y ensalcemos doquier su memoria
entre cantos sublimes de amor...
Este himno lo canté tantas veces en mi escuela primaria Joaquín Rodezno que
se grabó en mi mente..., pero solamente esta estrofa recuerdo.
Era una solemnidad entonces.
Ayer fue Día del Maestro en mi terruño, al menos aún se recuerda y se le rinde homenaje por mi gente. Eran otros tiempos cuando existía mi escuela primaria en los años 60.
Cuando finalicé cuarto grado en 1964, me puse chivas porque ya sabía que quintos grados sólo había dos, uno con el chiche, tranquilo y gustado
profesor Sibrián y el otro quinto curso con el temible profesor Daniel Antonio
Ortiz.
Yo sobreviví al maestro Daniel Ortiz. Un sólido recuerdo de mi quinto grado es cuando nos dejó de tarea aprenderse de memoria extensión y población de México y Centroamérica. Yo me las guayavié y se las contesté, nadie más había estudiado. Me regaló un lápicero.
Guardo gratos y agradecidos recuerdos de dos profesores en mi vida de
estudiante escolar:
La profesora señora de Aguilera, que me impartió en 4º curso en el
Instituto Nacional la asignatura Literatura Universal. ¡Excelente maestra! Siempre
sonriente, agradable, irradiaba deseos de enseñar. Con ella aprendí que me
enculaba leer y escribir.
Pero es a mi profesor de 5º y 6º grado en la escuela Joaquín Rodezno con
quién guardo gratitud escolar, me enseñó mucho, él es -prefiero pensar que aún
vive con nosotros-, el profesor Daniel Antonio Ortiz.
Se comunicó conmigo dejando un comentario en el original posteo del 2/6/2009. Había pasado 5 décadas. Pero no me contestó mis mensajes e-mail. Tuve la dicha de interaccionar con mi maestro de primaria después de 44 años. No es algo que sucede a menudo.
Sinceros deseos que aún se halle entre nosotros.
Sin maestros no habría enseñanza y no habría
libros, sin enseñanza la jungla. Sin libros la ignorancia... Sin recuerdos el vacío...
La última vez que vi mi escuela fue en 2007, cuando pasábamos en carro con uno de los dos únicos ex compañeros que tengo contacto y estuvieron conmigo en esa escuela. La jodida es que yo iba manejando y no pude apreciar bien como hoy la vi en esa foto.
Había varias escuelas en la pequeña ciudad de San Salvador de la década del 60, en aquellos días vivíamos allí unos 250 mil guanacos, aún era posible, gracias a la rivalidad en fútbol, conocer la mayoría de escuelas de la ciudad, como la Gamboa o la Chile, la Brasil.
Sobre el nombre de la escuela, no recuerdo se nos haya enseñado quién fue Joaquín Rodezno, o que había hecho para merecer una escuela con su nombre. Lo mismo diría de Juan José Laínez, o de Raimundo Lazo, etc., yo siempre quise saber quién escogía el nombre de las escuelas.
Cuando mi madre me llevó a matricularme en primer grado, en la Joaquín Rodezno #1, yo íba cumplir siete años, esa era la edad requerida entonces para ingresar a la escuela primaria. Recién me había "graduado" del kindergarten del Parque Infantil donde pasé dos años y fue entonces cuando definitivamente se abrió mi reserva de memoria.
En la escuela Joaquín Rodezno #1, o sea por la mañana, donde sólo había primaria, pero en la tarde, la Joaquín Rodezno #2, había Plan Básico además de primaria.
El edificio, tal como lo recuerdo, era grande por dentro, constaba de dos patios para jugar y era de dos plantas.
Entonces la directora era la señora Sofía viuda de Linares.
En primer grado mi profesora fue la "señorita" Elizabeth López y López, una mujer joven y atractiva, que llamaba a sus estudiantes no por su nombre, sino en base a alguna peculiaridad, a mi me llamaba "pestañitas", ella decía tenía pestañas grandes… La jodida es que yo me creí la paja... A otro le llamaba "gato" por los ojos azules… "César Costa" porque ella decía se parecía al entonces famoso cantante.
Recién comenzaba primer grado cuando mi tata se cayó de unas gradas quebrándose el pie, esto lo imposibilitó por buen rato..., él lo usó para enseñarme a leer y escribir usando el libro Mantilla. Cuando cumplí un mes en la escuela ya sabía leer y escribir. La "señorita" López y López se emocionó y sacando pecho me llevó a mostrarme como enano de circo a los otros primeros y hasta me llevó donde la directora para que viera ya sabía leer. Ese año yo fui el favorito de la señorita López y López.
Nunca dije nada en la escuela, nunca conté que mi padre se sentó largas tardes conmigo en el jardín del mesón, con su pierna enyesada, sus muletas a la par, y el libro Mantilla en sus manos. Mi padre fue quién me enseñó a leer.
En segundo y tercer grado toqué con el profesor José Salvador Cerén Quiñonez, un maestro que le fascinaban dos cosas: que le quitaran las canas del bigote y que le pulieran el anillo con jade negro. La ventaja de ser elegido para pasar la mañana quitando canas o puliendo anillo era que quien lo hacía estaba exento de pasar al pizarrón, ¡qué alivian!, pues si no se sabía hacer la resta se recibía los reglazos en la mano del señor Cerén.
Cuarto grado fue Moisés Tobar, "Benitín" porque era chiquito y pelón, este era un profesor afable y sustituía al profesor de música en ausencia de este. Entonces un día a mediados de año nos juntaron con el otro cuarto grado de la maestra Judith Alejandrina de Mixco, y así pasamos casi un mes porque el maestro Tobar agarraba zumba de un mes cada año. Y no sería el único maestro que conocería con este hobby.
Pero fue el quinto y sexto grado los que más disfrutaría y aprendería. Sucedía entonces que en los tres cuartos grados que tenía la escuela existía un terror entre la mara de tocar el quinto o sexto grado con el señor Daniel Ortiz, un temible profesor con su "ley del grado", un cincho con los que verguiada a los que no estudiaban. En esos días era permitido que el maestro taleguiara a los estudiantes mal portados o huevones.
Daniel Antonio Ortiz fue mi profesor en quinto y sexto grado, ¡un verga de profesor!, paloma, pero de esos palomas que uno termina queriendo.
Tamen
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2 comentarios:
Me encontré este artículo y me trajo a la mente muchos recuerdo de mi paso de estudiante por la escuela Joaquín Rodezno, recordé cuando me iba a pie hasta Mejicanos desde la escuela, y así ahorrarme los 0.10 ó 0.15 ctvs. que pagaba en la ruta 2, para poderme comprar un sorbete o una mi bolsita de mango con chile, recordé a mi maestra de Aguilera de tercer grado en el año de 1971, también a mi maestro de 4o.; 5o. y 6o. grado desde los años 1972 hasta el año de 1974, el Profesor Daniel Ortiz, duro en su disciplina si no se cumplía con las tareas o no se estudiaba, pero con un fuerte amor a su profesión, era un profesor que a pesar de su carácter se daba a querer por su forma de enseñar: aconsejar y buen humor, inclusive cuando castigaba...castigaba bromeando, pero dolía.
Gracias por haber hecho mención de él en este artículo.
Saludos,
Carlos Rochac
Hola Carlos. Te tocó 3 años con el profesor Ortiz, yo sólo hice 4o y 5o grado con él, Hubiera querido haber hecho toda la primaria con él. Excelente maestro! Nuestra escuela es inolvidable, pero yo vivía a dos cuadras del ella, no caminaba mucho. Un abrazo Carlos!
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