Yo tengo un respeto humano cuando alguien de mis congéneres fallece, perece,
muere, pasa a mejor vida…, o como dice mi gente, se lo llevó Dios, pasa a
descansar en paz, entregó su alma al Señor….., o como quiera cualquier
terrícola expresar la definitiva partida de un ser humano de esta nave espacial,
ya sea pariente, conocido, cherada, amigo, enemigo.
Casi cualquier terrícola siente de una u otra forma la humana pérdida.
Se dice que solamente los Homo Sapiens y los elefantes dan muestras
emocionales a sus muertos. Sin embargo, también yo he visto perros, gatos, y
otros animales, mostrar aparentes reacciones emotivas ante la pérdida de un
miembro de su especie.
Pero después de vivir 65 años he observado el hecho que la gran mayoría de
los humanos que mueren, casi todos mueren siendo "buena gente".
Aquella expresión "pobrecito y tan buena gente que era", pensé, cuando
mi llegada a gringolandia, que era otro estereotipo muy cuzcatleco, muy de mi
gente salvadoreña, ¡muy mío!, pero después de varias décadas viviendo en este
país "ultra desarrollado", toda la diversidad también tiene la misma expresión en
diferente idioma y diferentes palabras: "… was
a very good fella…, oh! he was a nice guy, wonderful person…, I always thought they
were good folks…
Todo se traduce en que el fulano o la mengana que fallece era "buena
gente". Muy raramente el occiso es "mala gente", esto casi siempre se reserva al que aún vive.
El sentimiento positivo es intrafamiliar o con amigos cercanos que sinceramente
apreciaban al sujeto que "pasa a mejor vida”… Pero lo que sobresalta en ciertos
casos es que aun siendo evidente que el tipo que "entregó su alma al Señor" era
un clásico prototipo de hijuelagranputa se le reconoce, en una o dos formas, en
su momento de partida que era "buena gente".
Cuando murió Adolfo Hitler, Stalin, Samuel Sharon, Isaac Shamir, Domingo "trompa de cuche" Monterrosa… y una tendalada de hijuesesentaputas genocidas y
criminales, mucha gente los llamó "buena gente" y aún algunos siguen
rindiéndoles perlas, oro, laurel, incienso…, en su honor por haber sido "grandes hombres de bien" que traducido al caliche pipil sería "buena gente”…
Excluyendo el padre, el hermano, tío… en fin, la familia de estos
asesinos, que es punto y aparte, en especial una madre que por muy asesino que
su hijo haya sido siempre perdona y siempre será su hijo amado, el hijueputa mala
gente que muere al final pasa a engrosar las filas de los "buena gente".
Para mi es curioso observar por televisión o leer en los noticieros
impresos comentarios de aquel que nunca conoció en lo más mínimo al que se va a "descansar en paz" referirse de él como "buena gente".
"Ay, y tan buena gente que era…" decía la niña Rosa, vecina del mesón, quien
siempre miraba mal, maltrataba al occiso, le levantaba fichas, lo chambreaba de
lo peor… y constantemente decía "a mi ese desgraciado me cae mal, ojalá se
muriera"… Pero devorando un tamal de azúcar y una taza de café con semita pacha en el velorio del que "pasó a mejor vida" descubría y expresaba: "qué buena gente era él”.
Algo que la niña Rosita se
perdió descubrir cuando vivía el fallecido.
Cuando mono impúber le pregunté a mi ruco porque era así la niña Rosa… "porque es una vieja pendeja" me contestó, pero dudando si lo que dijo a un
mono impúber era apropiado agregó, "bueno, así es la gente mijo, en vida caes
mal cuando no te llevas bien con alguien, pero cuando te morís vas a caer bien,
quizás porque ya nunca más te verán".
Sumarizando. En una nave espacial tradicionalista, la mayoría de ocupantes
son mala gente, malditos desgraciados, hijos de la chingada, hijosdeputa…, pero
ya muerto el individuo se convierte en "buena gente".
El mundo terrícola de plano es un mundo maniqueísta. El humano se valora
como bueno y malo. El estar muerto o vivo denota su cuantía.
La doctrina religiosa del maniqueísmo que floreció casi en la misma
región donde después llega a dominar la religión judeocristiana, básicamente se
caracterizaba por creer en la existencia de dos principios contrarios que
luchan entre sí: el bien y el mal.
No andaba mal cuando en mi pubertad-adolescencia al leer el fundamento
de esta antigua religión maniquea me sorprendió ser casi tan efectiva entendiendo
el comportamiento humano en la nave espacial que había observado.
Pero que los "buenas gentes" reposen en paz...
Quiero pasar hablar sobre La Maldad
en todo su espectro y esplendor, donde el diablo, demonio, Lucifer, Belcebú, o el nombre que más utiliza la Biblia: Satán o Satanás -que se traduce como "adversario" o "enemigo"-, es el mandamás de los mandamases.
Generalmente se le representa con alas de murciélago, cachos, barba y
patas de cabro. ¡Ah!, y una larga cola con punta de flecha, todo vestido de rojo… Pero la neta Luz Bella es alguien
que es adversario de "dios" y antes favorito de él, debía ser sexualmente atractivo,
elegantes formas, cortés, buenas maneras, ojos azules (mudo mensaje de "bien" como los ojos imaginarios de "cristo") y muy rico materialmente.
Que se sepa, no existe en los textos "sagrados" una esposa, dama, casera del cachudo, o sea que fuese llamada diabla, demonia o
lucifera… En el mundo testosteronizado como fue lo antiguo, sólo el género
masculino representaba La Maldad…
Hoy sabemos cuán equivocados estaban nuestros antepasados.
El cachudo ocupa el más alto pedestal del mal, mientras su adversario el más alto pedestal del bien…. Y con esto tenemos el clásico cuadro maniqueísta
que sólo se representa en las religiones abrahámicas.
Y si los terrícolas somos isómeros del bien y del mal, pues somos oficialmente
buenos ya muertos, aunque somos maldad estando vivos.
La mera neta es que de todos los animales, somos los que mejor hemos
desarrollado La Maldad… Todo gracias al uso de la lengua y el hablar.
No hay más ruin maldad
que una lengua traicionera,
cuando melosa enloqueciera
la sincera y franca amistad...
Un día te cuenta un cuento,
en el otro te destila cariño,
¿Cuántos caen como niños
y así lloran en lamento...?
Soy receloso del mezquino,
pero no el pobre necesitado,
sino ese pobre acicateado
con lengua de luciferino…
Se desliza cual serpiente,
que merodea en desierto,
con el corazón ya muerto,
acechando alma viviente…
Pero la víbora no ataca
si está llena y resarcida,
pero una lengua podrida
asesina cual una estaca…
Pero más le temo al poeta
que escribe letra muerta,
y toca del alma su puerta.
¡Cuidado! ¡Qué no se meta!
Yo he sido lo que escribo,
en esos páramos anduve,
y piedad del alma no tuve,
cual salvaje sin estribo…
Llegué a creer en un Eterno,
y reconocí mis ruindades,
desaguó mis viles maldades,
y rescató mi alma del averno...
Hoy estoy en otras veredas,
evitando la podrida gente
que opera cual serpiente,
con su lengua traicionera...
No todo ha sido esmalte rosa,
pero mudar de víbora a humano
hizo hoy a mis hermanos
yo los vea cual cosa preciosa…
Busco apoyo en el sincero,
que está limpio de ponzoña,
que no se nutre de carroña,
y tiene corazón de acero…
Son mis versos sin trincheras
los que le dan paz a mi alma,
me dan la sombra que la palma
le niega a la lengua traicionera…
Tamen
.
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