!Navidad 2021!

Las fiestas navideñas no han cambiado un ápice, pero yo si he cambiado desde aquel mono remendado y chaquetero que esperaba Navidad, hasta convertirme en este veterano más septuagenario que sexagenario, que ha regresado a su nido el cual ha cambiado para siempre.

Desde el primero de noviembre yo empezaba a contar los días para la Nochebuena. En los diarios de siempre agregaban una pequeña casilla que contaba los días faltantes: "Faltan 43 Días Para Navidad…". Aunque ya sabía eso, me gustaba leerlo.

Las calles del antiguo centro se llenaban con compradores. Se organizaban las posadas, que muy pocos devotos siguen organizándolas.

Las posadas era una tradición mejicana que de alguna forma nos llegó a inicios de siglo y era así:

Cada noche las estatuas-imágenes de la Virgen María, San José y el Niño Dios, La Sagrada Familia se llevaba en procesión por las calles coreando cánticos navideños a diferentes casas del barrio. Mayormente estas casas eran de familias clase media o acomodada. Pagaban por albergar por una noche las imágenes en su casa… y no era barato... Además del faje.

Las estatuas se recibían en las casas con rezos y posteriormente con golosinas o refrigerio. Yo, y la cipotada del mesón, participamos en ellas en nuestra infancia…, hasta Navidad 1965 en que, ¡de repente!, todos creímos darnos cuenta de que ya no éramos virgos para seguir yendo, ¡yo apenas contaba con 11 años!

Esas calles del centro se iluminaban con luces multicolores y la única tecnología de punta era que titilaban. ¡Las vitrinas de los almacenes se llenaban de juguetes y por todos lados había árboles navideños, Santa Claus y luces!

Las vendedoras ambulantes se ubicaban por el Pollo Royal y la reconocida como esquina de la Nueva Esperanza, o por la Mariposa, en esa área estaba la acción. Ofrecían manzanas y uvas, siendo diciembre, el único mes que veía y disfrutaba de estas frutas.

Era tradición a las 7 pm., padres e hijos, salir a chotear por el centro, a wachar vitrinas, mi familia lo practicó algunos años. Me gustaba pasar por el Almacén El Faro, cerca del Banco Central de Reserva, porque allí llegaba todos los días Santa Claus…, y la marita pobretaria y chaquetera hacíamos cola por sentarnos en sus piernas y decir que quería me trajera…

Hasta hoy ninguna me ha llegado.

En diciembre, en mi tierra, ¡todos tenían dinero y pocos días se trabajaba!... Era el mes favorito para chupar hasta fino y aún se valía agarrar zumba todo el mes.

El clima se volvía frío, era la estación seca de octubre a abril, no llovía, pero las temperaturas bajaban hasta los 15 ºC.  (60 ºF). Este clima aprovechaba mi gente para salir a relucir suéteres y chumpas en las calles capitalinas.

El estreno era costumbre rigorosa, consistía en comprar ropa nueva para estrenarla las noches del 24, 31, ¡vísperas de Navidad y Año Nuevo!... En mi caso siempre fue camisa y pantalón marca Vara del mercado cuartel.

La navidad no ha cambiado desde que era mono remendado y chaquetero, mi percepción ha cambiado, pero jamás mi espíritu, cuando llega… Así la Navidad es como es, para mi, una tradición y cultura necesaria…

¡Abrazos Navideños!

Como quiere al sol las flores

y la espina a la rosa, mi tierra,

te quiero porque no quiero

arrancarte de mi vida...

 

Y así como hay sol y luna

hay también estaciones,

y quiero porque no quiero

despojar tus bendiciones...

Y así te querré siempre,

como pasa en el infinito,

en la inmensidad sin tiempo,

así es como siento quererte,

quiero mi tierra porque quiero

eternamente tenerte...

 

Me aflige pensar perderte

y si quererte es pesadilla,

entonces prefiero la osadía

de inquietarte y acariciarte

oyendo aquél suave bolero

y en su ritmo recordarte,

pues quiero y quiero

más y más cada día....

 

Pero si al amarte así

arruina lo que yo siento,

más prefiero tu verdad

tu humilde realidad,

que un amor traicionero.

Por eso te quiero

porque te quiero...

Tamen

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