Respeto, reconozco y admiro a mi
gente que vivió, sufrió, y sobrevivió la tragedia de darnos verga entre
nosotros por 12 años activos y 12 pasivos debido en parte a la mañita de conseguir
el hueso y no querer soltarlo..., y azuzados por el dipolo ideológico cuyos mandamases
eran casi todos raza blanca y de familias de vergo de pisto... "La vida sigue
igual" dijo Julio Iglesias...
Pero mi gente, con la que comparto
haber ido a la escuela sin desayunar, con la que se ha bañado con agua de pila
a las cinco de la mañana con huacal de morro y jabón Salvavida, con la que se ha limpiado el culo con el Diario de Hoy de quiquito y la Prensa Gráfica del duque Dutriz..., Una
cerotécima de esta mi gente hoy intenta egoístamente monopolizar el corazón de
Mi Tierra y minimizan tratando de ahuevar mi sentir salvadoreño por haber emigrado.
Lamento las circunstancias que mis
compas pasaron sin la esperanza de poder emigrar debido a falta de pisto, apoyo
familiar, o cualquier onda y tuvieron que hacerle huevo... Yo tuve suerte, un hermano
que al verme en el plano hecho mierda que yo mismo me había sumido por mi forma de beber, fue y me trajo a USA... Dejaba mi esposa, mi hijo y mi ombligo.
Después de haber leído tanta
literatura posguerra de tantos escritores cuzcatlecos, de plano fue una
tragedia, y hoy, aun en la posguerra, trágicamente sigue la guerra.
Pero abandonar, dejar mi tierra, sinceramente
para mí no ha sido fácil y nunca lo he superado, ni lo superaré…. Claro la idea
general es que llegué a la Mansión Siniestra a ganar petrodólares, a vivir fufurufo, americanizarme y después de 2-3 años llegar al terruño
hablando espanglish con acento...
Quien aún cree que llegar a gringolandia
es sólo de llegar a sacudir un palo y ver caer el vergo de pisto tiene que creer
en pajaritos preñados o anda arriando pichiches... Huevos tula, hay tanto que
atravesar, superar, perseverar, y enfrentar para apenitas rasguñar vivir como
remedo de fufurufo.
Pero después de décadas de guerrilla urbana y ya en cierto
desahogo económico producto de ganar un sinnúmero de batallas lingüísticas,
raciales y culturales, arrasadas a patada, mordida y trompón..., aún no me fue
fácil olvidar y cortar mi ombligo.
Y tanto en la guerra como en la paz,
con centavitos o amalayando, siempre he recordado la sacra enseñanza de mi
tata: "dando es como recibimos".
Respeto a mis compas viviendo en la
diáspora que ahora no sienten lo mismo que yo tocante a ese telúrico, violento
y caluroso pedazo de tierra irónicamente a orillas de un mar Pacífico, y cortando
el ombligo han hecho de la Mansión Siniestra su nueva y amada patria, ¡felicidades
compas!, ¡vivir y dejar vivir!
Ese mismo respeto espero recibir por
el sentimiento acanelado que escribo en fantasiosos versos sobre ese sentimiento
que no he podido cortar hacia Mi Tierra...
No importa hoy su realidad sea otra.
¡Cómo extraño Mi País!
su aire, su campiña, su bella gente,
es mi pueblo de vida inocente,
¡Cómo extraño mi raíz!
Su cocina es su comal,
su alimento su maíz,
y aún viviendo mal,
parecen vivir feliz...
Con el gallo se levantan,
y no conocen la pereza,
lejanas leguas caminan
con el cántaro a la cabeza...
Con su cipote a su lado
el hombre guía su arado,
hiriendo la madre tierra,
va asemillando la zanja,
con fe y esperanza,
y el cipote la entierra...
Inocentes niños de mi color,
con sus panzas prominentes,
llenas de lombrices candentes,
pero ellos callan su dolor...
Muy lejos, lejos de la granja,
se oye ruido malvado,
muy lejos está la esperanza,
lo perverso y el pecado...
Pero aquí sólo se oye la perdiz,
el zenzontle y la golondrina,
ruidos de Mi Tierra divina.
¡Cómo extraño Mi País!
su aire, su campiña, su bella gente,
es mi pueblo de vida inocente,
¡Cómo extraño mi raíz!
Su cocina es su comal,
su alimento su maíz,
y aún viviendo mal,
parecen vivir feliz...
Con el gallo se levantan,
y no conocen la pereza,
lejanas leguas caminan
con el cántaro a la cabeza...
Con su cipote a su lado
el hombre guía su arado,
hiriendo la madre tierra,
va asemillando la zanja,
con fe y esperanza,
y el cipote la entierra...
Inocentes niños de mi color,
con sus panzas prominentes,
llenas de lombrices candentes,
pero ellos callan su dolor...
Muy lejos, lejos de la granja,
se oye ruido malvado,
muy lejos está la esperanza,
lo perverso y el pecado...
Pero aquí sólo se oye la perdiz,
el zenzontle y la golondrina,
ruidos de Mi Tierra divina.
¡Cómo extraño Mi País!
Tamen
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