Estrés es un estado físico emocional del que nadie
se salva. Lo dividen en agudo y crónico y tiene varios y diferentes disparadores.
En algún momento de la vida todos lo hemos padecido... Algunos lo relacionan con
la ansiedad, otros con la tensión, y otros con nerviosismo.
En unos es casi
permanente, otros término medio, otros esporádico… pero nadie se salva de este flagelo.
No hay vacuna, no hay cura conocida, y no hay fármacos que
lo erradiquen por completo… Pero hay diferentes alternativas para minimizarlo, frenarlo
o contrarrestarlo.
Algunos practican terapia grupal, otros recurren a la lectura, tocar un instrumento
musical, escuchar música, otros se van de vacaciones... También hay los que acuden al ejercicio
físico, caminar, correr, levantar pesas.
Muchos otros manifiestan neutralizarlo echándose un par de vergazos entre pecho y espalda, un cognac un brandy..., un chaparro... , pero más incontables terrícolas buscan la
serenidad de la meditación y la fuerza de la oración.
Desafortunadamente en otro numeroso grupo estas vías
naturales y farmacéuticas de tratamiento no les funciona, al contrario empeora el
cuadro a tal grado que recurren a diferentes salidas fatales... Del estrés
pasan a la depresión y toman el lado más desesperado, extremista y triste: se
suicidan.
Yo también soy terrícola y en varias ocasiones me ha
acometido el estrés en variantes grados y situaciones personales..., puedo
afirmar por experiencia personal que al menos la terapia grupal, como la lectura,
la música y el ejercicio físico son bastante efectivos en manejar positivamente
este achaque.
Hace varios lustros hallé un aún más efectivo autotratamiento: escribir.
Escribir bien o mal me pela un bledo, me es irrelevante porque mi meta no es lucro ni buscar relevancia...,
Descubrí este medio cuando me escondí en mis inicios en la soledad de mi cuarto en la
colonia Santa Lucía de los 70s..., mientras hablaba de mi, llenaba de rimas un diario personal.
Para mi es indescriptible el sentir cuando se escribe una
rima o una narrativa personal, moldearla, maquillarla, vestirla... y contemplarla
al final.
Para neutralizar y hasta curar mi estrés el escribir una poesía o una experiencia personal
es infinitamente más terapéutico que cualquier fármaco, químico o natural, más
que cualquier remedio físico, y mucho más que cualquier situación espiritual.
Hasta los efectos colaterales de escribir son priceless.
Además que me apaga el estrés, me aísla fuera de esta nave
espacial y sus terrenales problemas…
Y siento me pone en comunicación con mi
Creador.
Me fascina esculcar el cielo
y tras los destellos azulosos,
transitar parajes nebulosos
y con alas en mis ojos vuelo...
Nébulas, galaxias, planetas...
¡Todo vive, palpita, se siente!
el oscuro frío con luz ardiente
es un viaje sin ninguna meta....
Viven astros inmutablemente
con sus elementos celestiales,
que anidan vacíos umbrales
donde el ayer y sus seminales
preñarán el venidero presente...
¡Qué gran desperdicio!, me digo,
si somos únicos en lo eterno,
no se equivoca el Sempiterno,
la soledad es nuestro castigo...
Pero hay un destello invisible
que revolotea en mi mente,
al escrutar la furtiva fuente
de aquella luz inmarcesible...
Me fascina esculcar el cielo
y perderme en su laberinto,
creado con olímpico ahínco
y con alas en mis ojos vuelo...
Tamen
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario