sábado, abril 25, 2020

Memorias de un Desmigrado: Otra Oda A Otro Vecino



1972 fue el año del Gran Fraude, un golpe de estado, cierre de la Universidad…, fue un turbulento año. Pero 1972 fue el año que conocí e hice cercana amistad con Teodoro De Jesús Miranda en mi colonia Santa Lucía en Ilopango.

Una de mis suertes como terrícola no ha sido hacer revergo de dinero, lo he soñado pero nunca me he empilado en ello…, aunque he tenido la gran leche de tener buenos y durables amigos.

Mi amigo Teodoro  cayó víctima del Coronavirus en Nueva York hace unos días.

Él era quizás 3-4 años mayor que yo, tenía la singularidad de tener ojos verde-amarillos, trabajaba en una fábrica de guantes a media cuadra de mi chanty… y Teodoro era easy going, rápido hubo compatibilidad.

Lo vi el día antes que abandonaba mi tierra en 1981, nos volvimos a reencontrar en 2013. Yo vivía en Houston y recibí su sorpresiva llamada desde Nueva York, después del abrazo inalámbrico él me dijo:

"Primeramente quiero agradecerte, porque si no hubiera sido por vos, yo seguiría la vida alcohólica y desordenada que llevaba cuando nos volvimos ver en 1987. Por vos dejé de beber, viendo tu ejemplo, muchas gracias, loco".

Yo me sentí raro, pues era algo inesperado, la alegría de reencontrarlo y escuchar lo que me dijo me hizo caer en el gringolandés mixed feelings.

En marzo de 1987 regresé a mi tierra después de seis años en la diáspora. Llegaba a la cita consular para que me dieran la famosa mica y me encontré con Teo y otros cuates e inmediatamente me invitaron a las heladas, se sorprendieron cuando les dije los acompañaba pero yo ya no bebía.

Al día siguiente Teodoro, él solo, regresó por la noche a la casa de mis suegros donde nos alojábamos, salimos a esquinear como los viejos tiempos, me empieza a tentar, a picar, a despertarme la tripa guarera, él sabía, cuando la década de los 70, que a mi me enculaba chupar, pero él también sabía que ya para 1976 a mi literalmente se me pelaban los cables, él me puso súper a verga quinimil veces, sabía yo tenía problemas graves con el alcohol en mis 22 años de edad, aún así a él no le importaba y le gustaba chupar conmigo…. Esa noche de nuevo me invitó a las cheves.

Nuevamente le agradecí pero le dije ya no bebía. Para entonces tenía seis años y ya había superado el clavo de la insidia, el craving, ese sentir de estar bien enculado y clavado con el alcohol… Pero en 1987 tenía seis años de no beber y yo ya había superado esa paloma etapa de la obsesión mental y la alergia física…

Finalmente le dije que si chupar era el valor para ser su chero yo ya no calificaba.  Allí se detuvo y cambiamos el tópico. El resto de esa noche, la última vez que lo vi y estreché su mano, fue de lo más vergonazo… una plática entre vieja cherada.

Teo en 2013 me dijo que allí, esa noche, al ver mi convicción ahora diferente de seis años antes, algo que jamás se imaginó, eso lo hizo dejar de beber y desde entonces quería agradecerme. Y así lo hizo en 2013 por teléfono.

Desde esa vez nos hablábamos y whasapiábamos, en pláticas de 60-90 minutos. Porque cuando se encuentra un viejo chero, el tiempo no existe…

Teo se enfermó del coronavirus y falleció en este abril cuando también partió mi primogénito… y es el mes cuando hace 66 abriles también yo nací.

Mi gran alero, hoy convertido en paquete de energía cual fotón, viajará a la velocidad de la luz por 26 mil años hasta que llegué al hoyo negro en el centro del Milky Way..., y El que yo llamo Eterno, lo envíe finalmente a su Cuadrante.

Para mi Teodoro Miranda no ha muerto porque mi corazón siempre mencionará su nombre y él por siempre vivirá.

¿Quién se robó los versos
que me cifraba tu amistad?
¿Acaso hurtó la fraternidad
el hado de mi universo?

En tinta tejió mi corazón
vertiendo poesía mi alma,
poemas de paz en ilusión,
versos desagües de calma...

Amigo ido como un anhelo,
tu mención gira torbellino.
Amigo firme cual duro hielo,
tu memoria arrulla lo divino…

No hay más consolable flor
que la que arrulla el dolor,
no hay más aciaga amargura
que la que por irse perdura…

Así perdura tu presencia
cuando me diste mesura.
¡cherada acallaste amargura
dando amistad y esencia!

¡Hasta Siempre Broder!

Tamen
.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario