Como la mayoría de salvadoreños en la diáspora
que llegamos antes, durante y después de la guerra, cuando viene a trabajar le
hemos hecho a todo, muchos somos todólogos, yo no soy excepción. Después de 36 años en
gringolandia, contando meses, preparando
maletas para mi retorno al terruño, pues sacando pecho manifiesto que he
sido un clásico todólogo guanaco a toda honra. Y aquí les va mi rollo.
Estudié medicina en el terruño, pero cuando llegué a
USA la necesidad metió mi orgullo en mi chiquito. Ni idea de qué iba trabajar en USA tenía ese día de marzo en 1981 cuando en Matamoros doblaba el ruedo del pantalón hasta mi rodilla, con zapatos en mano, asegurándome
que la foto de mi esposa con mi hijo
de cinco meses estuviera en la bolsa
de mi camisa, next to mi heart, comencé a saltar de piedra
en piedra sobre el río Bravo pasando de "Méjico lindo y querido", pero tan
lejos de Dios como mi terruño..., a gringolandia, entonces
como hoy amo y señor de este lado del charco en la nave espacial.
En mis entonces 26 años de vida, a excepción de Esquipulas en 1969, jamás había estado fuera de mi terruño
ni había viajado en avión.
Llegué en los últimos
tramos de un light invierno a Chicago, estaba ansioso por ver caer y
tocar la nieve..., pero tuve que
esperar hasta noviembre.
Pasé dos meses desesperado
sin hallar jale, ganando peso, saliendo del raquitismo que traía. El primer paso positivo que hice fue dejar de chupar, el segundo inscribirme
en un curso gratis de inglés en un community college... en este mismo junior college, seis años después,
ganaría mi primer diploma gringo: associate
degree en "estudios generales".
Después de dos meses y 20 libras más, mi broder, que ya
tenía 12 años de vivir allí, hoy viviendo en otro Cuadrante, me consiguió mi primer trabajo: delivery boy en un céntrico
restaurante llamado Grand Deli en el downtown.
Fue el segundo
trabajo de mi vida..., un esporádico supernumerario de cuatro meses en Freund
Escalón, 1975-76, el primero.
Como delivery
boy, usando un número de seguro
social del asesinado hermano de un amigo de mi hermano. Me llamaba Arturo. Mi salario era $3.35 por hora, consistía en llegar a las 9 am, llenar
de cerveza y sodas dos refrigeradoras, limpiar los dos baños, pasar la
aspiradora (otra primicia de mi vida), bajar, ordenar sillas, mesas. La mara gringolandesa
comenzaba a llegar para lunch desde
las 11 am... Entonces venía lo más vergón: llevar comida, recibir propina y
fumar.
Comencé a conocer
fuera y dentro casi todos los grandes
edificios del downtown como el ex
Standard Oil Building, Sears Tower, John Hancock Center... El Grand Deli era bien conocido y los customers que ordenaban delivery daban buena propina... No tenía que decir nada, sólo entregaba la bolsita,
ellos leían el recibo, pagaban y
nunca pedían el cambio..., o yo me hacía el maje.
Una o dos veces al mes alguna compañía cercana decidía hacer "almuerzo de trabajo" que tanto encula al gringolandés, mandaban a pedir un vergo de comida entre ello Rubens, Cheese Burgers, Sloppy Joe, Mass and Balls,
más bebidas como Tab que nunca había probado... lo que me obligaba a usar una carretilla..., mala suerte no
había cell phones con cámara para
verme empujando el two wheeler con el
pijo de faje en las más transitadas calles del downtown de la ciudad de Alfonso Capone y Frank Nitti…. Estas compañías se mandaban porque daban propina
de 20-30 dólares.
Me dije que si este es el trabajo que el orgulloso europeo americano no quiere
hacer por bajero y barato, o el afroamericano porque lo considera "mal pagado", en mi tierra hay miles
de mis compas que lo harían eficientemente
y con ganas.
Este trabajo venció
mi miedo a viajar en el tren elevado
y el metro de Chicago y me obligó
a conocer "la ciudad de los vientos"…. Mi temor era pasarme la estación e ir a parar al sur, el barrio de los afros.
A pesar que había estudiado inglés toda mi secundaria e Inglés I, II y III en la
Universidad, yo no agarraba más que
una o dos palabras y usaba mis débiles conocimientos del inglés para llenar todo el vacío que pensaba el gringolandés
me quería decir.
Me desenvolvía
mejor leyendo porque básicamente es
lo que en la UNAES me enseñaron.
Vivía con mi hermano, su familia, cada día llegaba
con 15-30 bolas de propina. Trabajé cinco
meses de delivery boy ganando el mínimo de 3.35
la hora, pero la propina engordaba
el cheque.
Empecé inmediatamente
con una peligrosa mañita donde me
jugaba la Jules Rimet: meter dinero efectivo
envuelto con papel aluminio más una
foto en cartas ordinarias enviándolas a El
Salvador… Nunca me falló... Una de las pocas que me la jugué y gané... Mi plan era traer a mi esposa e hijo en un año y era el ahorro.
En septiembre 81 comencé a trabajar en la Sargent
Welch Scientific Company en la ciudad de
Skokie. Aquí sostuve mi primera entrevista
de trabajo en puro inglés donde el larguirucho bolillo, que iba ser mi
supervisor, me explicó mis duties…, pero no entendí ni papa... Mi
sueldo sería $4.71 por hora.
Seguía llamándome Arturo. Mi trabajo era llenar y cambiar
aceite cada día a casi 100 bombas
de vacío de diferentes tamaños. Me ofrecieron todo el overtime que quisiera, aproveché para meterles la molonga trabajando 10 horas diarias y seis cada sábado…
Apresuré a meter semanalmente billetes no de 20 sino de 50-100 más
la foto con sobre de estampillas de 25 ctvs., aún cuando estaba caliente el escándalo de los robos en las cartas certificadas por el coronel
director de correos y su secretaria... tuve cuidado nunca enviar carta certificada con dinero… Me puse
en los zapatos del malacate de correos
y estaba seguro una pinche carta con
foto jamás iba tener feria…, deducía no la abrirían… Así envié en casi un año alrededor de mil dólares de
aquellos días.
En diciembre, antes de Navidad, ¡me compré el primer carro de mi vida!, un automático
Ford Mercury Capri 1971 por 150
dólares.... ¡Puta!, hacía un año andaba en zumba,hoy tenía carro… pero fue cuestión de necesidad...,
en gringolandia el vehículo es necesidad.
Skokie,
entonces una villa hoy ciudad, queda al noroeste de Chicago. Para llegar allí tenía que tomar tres buses, comenzaba a trabajar a las 7 am así que tenía que
levantarme a las cinco de la madrugada. Conseguí un raid de 10 dólares por semana pero el amigo llegaba a las 6 am al punto de recogida y quién no estaba se
quedaba… eran 20 bolas de taxi casi dos días por semana porque me levantaba
tarde…. Compré carro y medio se alivió porque atenido me levantaba más tarde.
Nunca había
manejado en mi vida, pero el mismo cuate
salvadoreño que conocí en el trabajo y que me vendió el carro, me dio dos
días clase de manejo. Era un salvadoreño a toda madre pero malcriado el hijo del maíz, el primer
día de escuela de manejo me vio ansioso,
inquieto, nervioso y para calmarme me
dijo "en dos días lo vas andar manejando con la punta de la verga".
Pero el Capri 71 tenía un problema grave, por eso costaba 150... No
tenía calefacción y sin calefacción cuesta, o no se puede, vivir en Chicago. Además que tenía un pequeño agujerito en el piso donde está
el pedal del freno, y allí entraba en ráfaga el gélido viento invernal... El Capri era carro sólo para el chicaguënse verano de tres meses.
Cuando familia o amigos se encaramaban en mi carro de antemano advertía arroparse bien y evitar hablar, respirar bajo, pues se nublaba el vidrio de enfrente y no se veía nada. Generalmente
sólo se montaban una sola vez.
Y esas ráfagas congelantes que penetraban en el agujerito acalambraban mi pata. Un día le puse
chicle, encima la alfombra, y amilanó el problema. El Capri me duró cuatro
meses, luego se arruinó el fly wheel,
me dijeron, allí murió mi primer carro.
Pero entonces ya
no trabajaba para Sargent Welch. Unas semanas atrás habían puesto un aviso en toda la factoría que iba llegar inmigración
y quien no tuviera papeles mejor se fuera voluntariamente… Yo me fui, pero algunos
se quedaron, la regaron porque en efecto llegó
la migra.
Mi cumpleaños me halló sin trabajo cuando más lo necesitaba, pero tuve el mejor regalo en mis 28 años vividos.
Sucede que todo este tiempo había estado ahorrando centavitos con mi esposa para
los gastos del día y ahorro para el
viaje a USA…., pero no sabía cómo putas los iba mandar a traer, sólo le
pedí tuviera listos los pasaportes... Entonces El Eterno se fijó en mí.
En esos bellos días finales de abril 1982 que estuve desempleado un amigo chapín me dijo que si tenía 1500 dólares me traía mi familia
desde el Distrito Federal. Tenía sólo cuatro días para decidir porque se iba.
Esa noche puse cita telefónica con mi esposa en ANTEL y le dije comprara pasaje a México.
Me aceptó tres pagos mi amigo chapín... Yo también había ahorrado... La diferencia de no
chupar ni mujerear.
Don Luis Cano era un mexicano de San Francisco del Rincón en Guanajuato a toda madre. Para entonces tenía
60 años, me había ganado su aprecio y cuando debido a un pleito con la mujer de
mi broder a cinco meses de mi llegada este me pidió buscara donde, don Luis
Cano me dio donde.
Era mi roommate
y coworker, con él pagábamos la renta y trabajábamos juntos. Su mujer
recibió a mi esposa y mi hijo en el DF donde llegó a
traerlos mi amigo una semana después
de la oferta de traerlos.
En mayo 1982, cuando estaba sin trabajo, recibo entrega a domicilio a mi familia después de 14 meses separados.
Siguió lloviendo la suerte pues poco después conseguí trabajo
con un subcontratista potorro. Esta
vez me pagaban $5 la hora.
El trabajo era limpiar un salón de belleza en el downtown
todos los días. Llegaba a las 10 de la noche y durante 2-4 horas sacudía
muebles, juntaba y recogía el vergo de
pelos de todo color, luego barría, trapeaba,
y una vez cada dos semanas hacía algo nunca había oído ni visto, "bufetear" la
parte que tenía piso de ladrillo y luego enceraba.
Me pagaban por seis horas.
Dos cuadras más abajo del salón de belleza se hallaba uno de los más famosos hoteles de Chicago, el hotel Drake.
Trabajé en el salón de mayo-agosto porque conseguí trabajo de Lobby Porter en el Drake
Hotel, donde comienza the magnificent
mile, en la avenida Michigan,
enfrente del famoso Playboy Building, Lake
Shore Drive, del lago Michigan.
Aquí me pagaban menos, $4.85, pero tenía beneficios, vacaciones, seguro de salud,
etc., Usaba uniforme que parecía pingüino:
chaleco, corbata y pantalón negro, pero el hotel proveía dos uniformes y el
lavado de ello. Mi trabajo consistía en mantener limpio el Lobby o el
enorme salón de entrada más el arcade que
albergaba tiendas comerciales. Tenía
que limpiar el piano, sillas, sillones, mesas, ceniceros (todavía se fumaba donde se quería en USA), alfombra, piso de ladrillos, etc.
Este trabajo me permitió conocer de lejos al rey y reina de Suecia, Paul Anka, Charles Bronson
y Robert Vaughn de CIPOL.
Me llamaba César, usaba el #social de mi recién nacido sobrino. El horario era segundo turno de 3-11:30. Otro de los duties tenía que ver con bajar del asta la enorme y pesada bandera
gringa al oscurecer, una en la azotea
en el segundo piso (edificio de 11 pisos más sótano) y otra en la avenida
Michigan.
Nadie me dijo
en la semana de entrenamiento que era tradición sagrada gringolandesa que la bandera gringa nunca se pone en el suelo, entonces, en mi primer día sólo, bajando
la star spangled banner (bandera moteada de estrellas), puse la bandera en el suelo
de la acera porque el viento huracanado
casi me la vuela y los grueso y pesados lazos no me dejaban maniobrar, era el rush hour, varios carros empezaron a pitarme y algunos a gritarme, yo sin entender, me tomé tiempo, entonces sale
uno que trabajaba en una de las tiendas y me grita algo que no entendí, nos miramos por unos
segundos, el gringolandés cae que no
entiendo ni pío, me hace gestos como diciéndome, pienso yo por la cara que
puso, "recogé la bandera hijueputa", al chile la levanto, riendo estúpidamente porque pensé estaba bravo
porque la bandera se ensuciaba.
Ya tenía un año y medio de trabajar en este hotel, me
había ganado aprecio de mi jefa afroamericana, aceptación de los europeos americanos
en el front desk y reception en el lobby donde algunos me
llamaban "little cesar" y por buen rato no
supe por qué hasta que me llevaron a comer a la pizzería.
Ya fumaba una cajetilla diaria de Newport mentolado y en febrero 1984 empecé a escupir sangre. Tenía
neumonía...
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