Se dice que “cualquier preponderancia de la
fantasía sobre la razón es un grado de locura.”. Pero
el progreso se ha edificado con innovaciones que pudieron en sus inicios ser
fantasiosas pretensiones… quizá locuras.
Con modestas gracias a
la memorable Mercedes por “Soy
pan, soy paz, soy más”, y recordando reiterativamente a Mario Benedetti
advertir que un pesimista es un optimista informado. En resignada condición de
discípulo sin autorización ratificada, precisamos que lo que sigue es una carta
que desafortunadamente no alcanza para ser canción, que no vuela, y es remitida
a “ninguna parte a ningún buzón”.
Escasez de virtudes que
no impiden su uso destartalado
al propósito de compartir una ruidosa versión
pesimista alternativa a otras optimistas que, erradas según nuestro
latoso juicio, pululan ejerciendo su justo, plausible y reconocido derecho, en
quienes las asumen para respaldar
esas felices percepciones responsables (por
activa o por
pasiva) que se
repitan insistentemente, las mismas carencias que convierten en fracaso la
gestión del gobernante, lo que explica la histórica decepción reinante
en el pulgarcillo, y en consecuencia cautela que las recetas aplicadas son similares en los frutos, aunque se
tapicen amistosas, opuestas o criticas las ideas que las apadrinan.
Si anticipadamente
ameritan las disculpas por soberbia no pretendida, citamos al maestro declamando
“perdón si me propasé y
me puse moralejo, nadie puede dar consejos, no hay hombre que sea tan viejo”.
¿? ¿? ¿? ¿? ¿? ¿?
¡Habemus! muchos quienes
siendo de ordinario aturdidos incrédulos, también franqueamos la dicha de ser
desbocado-creyentes sin religión, pero con religiosa afición a una magna
acaudalada divinidad universal. No es extraño, en consecuencia, resultar
(¿ingenuamente?) denodadamente ¡luciados! con las exóticas y peregrinas
imágenes descubiertas, producidas e impresas, de esos cuerpos celestes llamados
estrellas, constelaciones, galaxias, planetas (enanos, gigantes o Chespiritos),
mostradas en grado inteligible para ser compartidos por aquellos nosotros llanos
infantes ultra-neófitos frente a esos menjurjes, con la suficiente obviedad que
facilita digerirlos con las escuálidas neuronas que habitan en el estuche
corporal superior, bajo cuya tapadera se alberga el cerebro.
Ello gracias a la
posterior traducción a un lenguaje visual, que permite y vuelve factible
masticar los rayos ultravioletas, infrarrojos, Xs, gama o con “goma bar
etílica” que captan los telescopios Hubble, IRAS, SOHO, SPITZER y otros
satélites artificiales que hacen el trabajo centinela como modernos esclavos
espaciales, observando a los tales oscuros brillantes cuerpos azulados e
infinidad de inversos y reversos colores.
Tan entendible
progresivamente resulta ser, que no hay dificultad en aceptar gracias a las
virtuosas polémicas que comenzaron con las revolucionarias formulaciones de
Copérnico y los insignes descubrimientos del impropiamente acusado Galileo
Galilei, que esos chunches cielo celestiales se mueven. Y por lo ‘tantísimo’,
que CAMBIAN. Cambian al menos y para empezar de posición en el mapa universal.
13700
MILLONES años de existencia, es el cálculo barato que mínimo en oferta de compra se estima para el vasto universo, según
sugieren científicamente los expertos y afanosos estudiosos en la materia.
‘Chiche’ se verifica que aquello que comenzó finalmente siendo un pun pum, ron
rom o Bing Bang, es o se ha convertido en un fenómeno con dimensiones
infinitas, armónico y fundamentalmente
dinámico, logrando apreciarse las hormigueantes verificadas imágenes, con
nuestros ojos, que aun dando “gracias
a la vida que me ha dado tanto, me dio dos luceros que cuando los abro,
perfecto distingo… en el alto cielo su fondo estrellado”, traslucen ciegos ante potente indescifrable
tenue luz, por lo que únicamente son perceptibles (incluso recién audibles) con
la invaluable ayuda de nuestros esclavos tecnológicos, asimilables
augustamente, bajo el medidor milimétricamente cuantificable de los insurgentes
años luz. Así de fácil ¿? digestión los indicios por harto difícil que
realmente se presuman.
Maravillosamente
magistral resulta ser tal evento de indiscutible mega voluminoso movimiento,
vale recalcar, cambio universal. Todo cambia. ¿Todo?
Que TODO cambie es una ley universal. Bueno, casi
todo. En ese colosal universo, hay infinitesimal minúsculos micros super
reducidos espacios que se resisten al cambio. ¿Cómo? Si. Y ese es el ‘pereque’: hay pelos en la sopa. Hay de
aquello, aquellos y aquellas que NO CAMBIAN. ¿Porqué? Ya Juan Gabriel (ante reticente
terca pregunta) expresaba a su entrevistador que lo obvio no se pregunta.
Sin embargo, sobra
mencionar que el pulgarcillo es un botón de muestra bajo nuestro interés entre
otros pedazos terrícolas que sufren estancamiento con estoicismo involuntario,
en el que orbitan quienes no cambian, incluso aun cambiando en la forma y/o
mudando el formato verbo-rreico. Ciertas insultas realidades y ciertos ingentes
seres humanoides que las habitan, de carne y hueso no diferenciables con el
resto parecido, toscamente intransigentes, no
cambian.
Han nacido en diferentes
décadas, diferentes siglos. AQUELLOS que consideran “imposible” estar
equivocados; que presumen ser embestidols de MECIAS, autoproclamados
contendores salvadores de la vorágine transitada; aferrados a un sinfín
multivariado de biblias terrenales.
Y como por los frutos los reconoceréis, certeramente podemos saber que son
quienes nutren los contingentes que nos han gobernado, por los últimos cinco
siglos. Aquellos qué al contrario de la gente inteligente, lúcida, reconocedora
de estar llenos de duda, por el contrario, se muestran y venden abrigarse de
glorificada insensata confianza que produce verdades e ideas infalibles.
“Ingeniebros”, aboga o ahoganster, puercolíticos y economicidas, con la
carbonizada ‘virtud’ de ser ginecólogos
de partos fósiles, cuyo energúmeno producto:
“son aquellas
pequeñas cosas… que como un ladrón te acechan detrás de la puerta… que el viento arrastra allá o aquí,
que te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve” ... en su versión virulenta sustitutiva de la original romántica.
Nos deleitamos coreando
que “20 años no es nada”. Bien. ¿Pero será el
mismo sentimiento si hablamos de centurias? Por 5 y pico enjundiosos siglos
hemos vivido, vivimos una eterna fiesta entre invitados privilegiados, asilados,
marginados y no bienvenidos. Sin pretensiones denigrantes, únicamente anunciar
los apellidos invisibles de multivariados gobernantes en nuestra historia,
digamos que hemos estado mal rodeados y regentados por avaros, pedros
pica-piedra y casampulgas, en cuanto a pensamiento y capacidad gobernante se
refiere, que en conjunto, más allá de alguna que otra individualidades en ocasiones audaz, conforman (han conformado) un
relajo de Anicetos que no socan ni son Molina, que en amañada
conveniencia degustan tararear olvidar “que cada uno es cada cual” tal cual es
en el mal oficio del resistir.
Sin embargo, damos
gracias al poeta que nos despierta mostrando qué si bien “uno
se cree que los mató el tiempo y la ausencia”, ciertamente… “su tren vendió boleto de ida y
vuelta”, al personaje y a su cosecha, reiteradamente en
resurrección sucesiva sin fin hasta el ingrato presente. Una especie de clon histórico inmerecido para este
indefenso pulgarcillo.
Como ayer y desde muy
antier, sin desaparecer, con visible y mocetona efervescencia, hay en el
terruño desnutrición mezclada con gordura, agua bebible insuficiente de dudosa
condición potable; paupérrimos desdichados servicios médicos poco más que
curanderos; formación académica productora a lo sumo de muchos títulos de bajo
contenido pero que no educa y si deforma; balaceado medio ambiente deteriorado
bajo inclemente tortura por la contaminación y el ‘vale verguismo’ por
ignorancia, vasto pendejismo y/o truculenta predominancia del principio
indiferente que esboza máxima ganancia al menor costo; infausto y desesperante elevado
desempleo; capacidad (¿cuál?) innovadora especializada exclusivamente (99%)
para el chunchucullo ‘bisne’ maloliente en multiplicidad de escenarios… al tono
‘ton tin’ del “guacata” que hay les va “chibola o nada”.
Al emerger el mínimo de conciencia requerido para
aspirar/procurar tener con-ciencia
de la perfidia que transitamos, como
pronostica el canta-autor catalán… lloramos en soledad con frustración, interrogantes
contra el optimismo en coma que pregona insistente un sospechoso de aquí en ‘delante’ perdón y olvido, que ‘agora’ si vamos ‘pa lante’ (en enésima
enunciación). El aludido Joan Manuel nos revela que “el olvido solo se llevó la mitad”, frente a esas pequeñas cosas,
pequeños deplorables masivos detalles que inundan las noticias de siempre. Además
de vivirlas, recitarlas no deja de ser religiosa santa atea tortura masoquista
justificable de evitar.
Suficiente memoria para
reconocer que el resto recordable, documentado, confirma que ‘semos’ los mismos de siempre, con los
‘mesmos’ problemas de un plus ultra siempre, retratados en leyendas
campechanas, fotografiados en blanco y negro o el a todo color en vigor, cualquiera
sea la alteración, cualquiera sea el precio-costo social por ella pagado, se
hayan cambiado los caites por zapatos, las
carretas por camiones, machetes por fusiles; cualquiera hubiese sido el
gobernante de turno o pasado.
La estupidez crea y
reproduce una suerte patógena
enfermiza y contagiosa de mediocridad al
gobernar, y consecuentemente se cultiva y mantienen una producción multivariada
de resultados mediocres, que arrojan satisfacciones sosas en los gobernados. Se
han promovido (¿cuándo no?) proyectos, políticas, y programas de gobierno, con
o sin inútil presentación en mamotretos impresos llamados planes de… lo que
sea, irreversiblemente cultivadores de frutos incansable y esperadamente
mediocres de generales conocidas.
¿Pruebas? Terco podría respingarse al inquisitivo fan de san
tomas que reclama dubitativo comprobar lo obvio, cual requerimiento si efectivamente
es la tierra la que orbita al sol o lo que resulta evidente ser Juan Gabriel.
Por supuesto, siempre estará disponible la respuesta cortés: “destapar” los
ojos y “abrir” los oídos… pues, como decía mi madre “no hay mayor ciego que el que no quiere ver ni sordo que el que no
quiere oír”; tanto como para que
hallan algunos desorbitados que cuestionan quien orbita a quien.
Con la mediocridad, como
cualquier vicio, se convive 24/7/365 en la inercia del pulgarcillo, minuto a
minuto, día a día, año con año, décadas, siglos (cronometramos casi 5),
taciturnamente disfrazada (y por lo tanto cuasi invisible) entre las
necesidades, aspiraciones, intenciones y respuestas que pugnan por batallar
contra las múltiples penurias que abruman la vida diaria.
No es una peste cuzcatleca exclusiva. Es
compartida por otras muchas pulgarcillas naciones del planeta, no importando si
son de menor o mayor kilometraje cuadrado, diferente lenguaje, ubicación
continental y/o clima, cercano o inferior desarraigado subdesarrollo alcanzado
y abonado como inmerecida penitencia. Aunque como siempre toda regla tiene su
excepción, en estas malaventuradas provincias, post conquista+colonización,
desfila rimbombante un cromosoma cultural enfermizo en el ejercicio dirigencial
de larga data. Síntomas de dicha lacra: harto conocido el atraso, pobreza,
contaminación, deterioro ambiental, etc., que colorea la geografía
del país. Como causa probable crucial de su ejercitar recurrente, la estupidez
que nos desayunamos a diario, mesclada con otras imbecilidades de menor calado.
Entre tales etc. y etc.
síntomas, el mal mayor asociado se consolida y expresa en la vigencia
eternizante de un analfa-bestialismo político conductor de las riendas
estatales; energúmeno aparentemente cándido, irremediablemente culpable, que se
ha mostrado por periodos
independentista, gritón, purgante, golpista, contra o pro insurreccionista, es decir,
permanente guerrerista hasta la cepa, por lo que el estridente ruido
ambiental asociado, impide ver a muchos el drama de verse exclusivamente
preocupados por sobrevivir, sin percibir que otras aspiraciones no son, nunca han
sido decentemente atendidas. ¿Se le podría pedir peras al olmo?
A lo largo del tiempo,
hay variedad de gemelos actores protagonistas autoproclamados amigos,
enemigos/adversarios con viceversa y reversa en la trama de gobernar (o lo que
algunos vociferan campechanamente “guebiernar”),
quienes flotan (flotaron… ¿flotarán?) frente a los “gobernados”, los que a
fuerza del conformismo, cual paciente indefenso ataviado con hipo crónico,
decide con fortaleza vivir atrincherado al margen, disfrutando en calidad de
espectador desahuciado, siendo convidado de cuando en vez a la fiesta sin
festín que disfrutar, focalizado inconscientemente en superar escasamente con
penuria la cotidiana tarea de subsistir.
Condiciones contra las
que permanentemente urge mantener en uso y oportunamente alguna CAJA CHINA coyuntural. Entre las
últimas tenemos las parodias sobre ex presidentes, previamente en torno al
recién fallecido Paco F…, y la que comienza su
curso saleroso alrededor de Mauricio F…). Figura
orquestadamente bulliciosa cuyo mecanismo operativo destapa (ilustra
visualmente) con lucidez jocosa los entretelones
de la Dictadura Perfecta. Una variedad de recurso distractor moderno que ayuda
con actualizado ropaje, auxiliarse de las iluminaciones del padre de la
política moderna, Maquiavelo, a quienes abrazan, se regocijan, instrumentalizan
el poder, los príncipes contemporáneos del presente en la era de las ondas
hertzianas, la caja idiota (tv) y la internet con su ‘esgunfiado’ embrujo ‘despijes.com’.
Padecer cáncer (el que
nada tiene que ver con nacer entre el 22 de junio y 22 de julio) es un tormento
insoluble para la magistral maravillosa construcción de nuestra ingeniería
médica corporal dotada bajo el patrocinio de la naturaleza, puesto que se ve
atrofiado su poder destructor de cuerpos extraños que invaden o crecen sin
licencia en nuestro cuerpo. Aniquilar al cáncer es una tarea desconsolada para
nuestro organismo, ya que su ingeniería inmunológica resulta engatusada con el
pasaporte falso de amistad diplomática que acompaña al monstruo microbiano que
distorsiona el crecimiento y estructura de las células que pueblan masivamente
con diversidad de formatos nuestros cuerpos.
El engaño
inhabilita nuestras defensas naturales contra ese bicho pernicioso del cáncer.
Lo mismo sucede con su equivalente (conductualmente): la insulsa fastidiosa estupidez (obviamos
el apellido “humana” por redundante).
Lo que permite muy a lo
mula en Caballo de Troya, que estos engendros se acerquen, se instalen,
carcoman y aniquilen o anulen: el cáncer
vidas y por parte de su hermana gemela humana, la estupidez, pasaderas
esperanzas de vida.
Hay una prudente
confianza que tanto la estupidez como el cáncer a estas alturas de la
civilización, abandonen su cualificación de enigma lógico o biológico. Hay
cura, en proceso de fortalecimiento. Cual alcoholismo atormentante tiene
solución. El primer paso es reconocer que vegeta alrededor e identificarlo, que
acongoja, acosa y maltrata nuestra existencia.
Se dice que quien es
alcohólico lo será toda su vida. Lo mismo pasa con la estupidez. Pero,
precisamente a pesar que el camino de la civilización transita cuesta arriba,
uno de sus frutos es que va reduciendo la invisibilidad de su presencia y, lo
más importante, de sus efectos, a quienes “voluntariamente” busquen y
practiquen el o los tratamientos pertinentes a sus nacional condiciones y
naturaleza particular.
Reafirmado sin
relatividad por el autor de las ‘múrmuras’ (revolucionaria predicción) sobre las ondas gravitacionales en
el universo, recién al fin verificadas, con la complicidad protagonista de dos
inocentes hoyos negros desconocidos, invisibles, sentados
en el banquillo de los acusados, inconcientes del delito probativo que se les
adjudica, NO OLVIDAR que la
estupidez (humana) es infinita, a lo que agregaríamos el agravante de
involuntaria genética invitación. Por intención a fuerza de imbécil
insuficiente conciencia y/o falta de visión, esa amarga genética es la que
explica que tengamos medio oculto apuntando mortalmente nuestra existencia, y
la de ajenos inocentes compañeros de viaje, en esta nave llamada planeta
tierra, un destructivo monstruoso poder nuclear a nuestro alrededor y una
inmensa creciente basura espacial sobre nuestros cabezas. Y paremos de contar,
para no provocar innecesaria invitación a la depresión.
Es dado afirmarse que un
loco es aquel que sufre de una enfermedad que le tiene trastornadas las
facultades mentales. Pero habría que preguntarse cuáles podrían ser esas
facultades agobiadas por la locura, en tanto algunas contrariamente resultan inspiradas
para la creatividad. No es insensato discurrir en ello, si urge de respuesta
explicarnos porqué, a diferencia de otras afortunadas comarcas, sin distinción
de ser grandes o pequeñas, más o menos pobladas, con más o menos sentimientos
fríos o calientes, capitalistas o “comunistas” con el común divisor de ser
consumistas, con más, menos o nulos dioses, y otras más o menos etc., las provincias
nuestras ni por traspié corremos la “suerte” de un mejor y digerible destino.
Otros pueblos, otras
naciones que en algún momento han dejado de resistirse a la ley universal que
todo cambia, han experimentado progreso, han confirmado que es terrenal
imaginarlo, por imposible e inverosímil que pueda parecer a nuestra enjundiosa
experiencia histórica. Cambio en los hechos, en los frutos, vale decir con
decentes mejorías en las condiciones de vida de la población.
No simplemente en las
propuestas y en el discurso. Costa Rica, Chile, Noruega, China, son ejemplos,
entre otros, que meridiana envidia provocan. Con o sin la presencia de
ejércitos. Independiente de cual sea la mano que sostenga el micrófono
anunciante. Con mayor o menor ‘san jodiendo’ agobio sobre el medio ambiente
planetario.
¿Entonces cuál es la
provocativa diferencia que no obstruye y si favorece/promueve el cambio
notable, sustancial, deseable y aspirado desde siempre en nuestras pulgarcillas
mentes? Puesto que no hay que rendirse
ante ese vicioso estancamiento persistente en el tiempo por irresistible a
desaparecer, y que por tanto “nos coma el tigre”. Aquella es una reclamación que
apremia respuesta, ya que los multivariados protagonistas que han asumido, bajo
cualquier método de ascenso, a la administración de la cosa pública
pulgarcilla, han heredado el mismo sarcástico pobre arrebatado bienestar.
No puede calificarse
como irreverente e impaciente inconformismo contra el optimismo imperante quejarse
sin límite cuando nos acompaña un parvo,
exiguo, gris y exasperante mofo devenir social a nuestro alrededor,
conforme sin lugar a mínima duda, las estadísticas respectivas, las noticias,
los chambres, y otras etc. fuentes lo confirman y reafirman históricamente
desde la enjundiosa colonización hasta el presente y probable futuro. Peripecia
vivencial vehemente terca, empecinada, caprichosa, recalcitrante, que firme y
consistentemente rehúye y rehúsa ser corregida en los hechos, a pesar que en
los ‘guiri’ ‘guiri” discursivos, se rezonga, se promete, se jura, se garantiza
lo contrario ayer, antier, ahora y mañana; máxime cuando hay nuevos gobiernos
continuadores en favor de intereses previos o diferente signo y/o color
publicitario, pero al final de cuentas pertenecientes al mismo zodíaco. No se
avizora la luz al final del túnel puesto que ni siquiera hemos comenzado
avanzar por el pasillo del progreso, únicamente por periodos efímeros uno que
otro cuasi progreso que culminan ahondando en el lodazal, lo que dificulta más
la salida.
Cuando se revisa
diferentes momentos de nuestra historia patria, es frecuentemente ineludible
calificar que los protagonistas políticos lideres mandantes en ejercicio o auto
propuestos sustitutos desde la oposición, padecen lo que a veces se llama el
complejo de creerse FERTILIZANTES, puesto que dicen que con su [sacrificio] y
brillantes aporte todo crece.
Serán
retro-zica-químicos fertilizantes de la incapacidad dirigencial que históricamente
nos ha acosado… anulando, bloqueando cualquier desarrollo, incluso asomo de
motores pensantes que rompan el circulo de la mediocridad que explica nuestro
presente… por el éxito persistente de una orientación demencial.
Cada vez que, a fuerza
de repartir camisetas, tamaleadas (con o sin tamales), trompadas, culatazos,
real o candente amenaza de balaceras y/o morterazos, o himnos estridentes
acompañados de plástica cumbia y salsa, ha figurado como ganador una nueva
propuesta de gobierno, los gobernantes y patrocinadores (los menos) se han recuperado con éxito religioso del sacrificio
que dicen justifica los jugosos beneficios, lo que deriva en plegarias de
agradecimiento por los dueños del circo, capataces y chaneques, recibido el pan
nuestro de muchos o muchísimos días.
Ello per-se, aunque opción
valorativa voluntaria de asumir bajo un régimen democrático y consecuentemente
libertad de pensamiento, no es, no debería ser un problema que provoque envidia
vengativa, angustia, impaciencia o ansiedades. Lo que si asegura tales
sentimientos y percepciones es el lamentable hecho que los ciudadanos
gobernados fuera del fragor hegemónico (los
más que son muchos), ni siquiera por azar o truculento accidente histórico,
observan ser receptores gozantes de beneficios; o los cambios que cantan
esperanza no cuajan en vigorosas mejoras de sus condiciones de vida. No es
extraño el conformismo por lograr descifrar cómo al menos asegurarse la
vigencia de la máxima “coyol quebrado
coyol comido”.
Imaginemos, tocando
madera, que se elimina el flujo de remesas familiares (pequeños y minúsculos
billetes verdes que suman arriba de $ 40
mil milloncillos en los últimos 12 años), real cuantiosa y efectiva cuasi
silenciosa fuente de política social por los subsidios gratuitos que conlleva
tal voluminoso flujo monetario voluntario, que no tiene pleito impositivo,
tributario sino el noble gesto de la solidaridad. ‘Trá cá tá’ se acabaría
el tenue sosiego social que temporalmente aseguran tales ayudas. Más que crisis
que albergue oportunidades que explorar, habría explosión social, económica y
política incalculable de predecir. Recordar que durante los 12 años del
conflicto el gobierno recibió únicamente alrededor de $ 3 mil millones en ayuda
militar y conexa. Cae por su propio peso y obviedad numérica la borbollante
relevancia del ‘chingo’ de $$$$ en remesas familiares.
Si seguimos manteniendo esos dólares lejanos muy cercanos, como el largo presente actual, se advierte
que no hay tampoco futuro prodigioso que pronostique salida sostenible a la
falta de empleo, insuficiencias del aparato productivo, recuperación eficiente
y útil del sistema educativo ¿Y la salud? ¿Y la seguridad ciudadana? ¿Y muchos
otros esto, y aquello, y lo otro, y lo que sigue, y lo que se olvida de muchos
etc. desvergues imperantes? Para un mientras eterno, seguir con el debate que
abate en cansancio sobre si prevención y/o represión… que resulta en místico bla
bla bla.
No es suficiente, aunque
aplaudibles por necesarios y convenientes, proyectos como los existentes de
obras públicas y transporte, útiles escolares, ciudad de la mujer… Es triste y
algo decepcionante, que ni siquiera el fútbol sea una opción potencial de
progreso al menos para pequeños contingentes de la población como es el caso de
los argentinos, uruguayos y brasileños, y que en nuestro caso las escazas
oportunidades de empleo queden restringidas a las expectativas de llamado a
nuevo ingreso que vierte la PNC.
Y qué hacemos con la
gama de bachilleres que año con año salen… ¿Enseñarles inglés y un curso de
comando para travesías migratorias?; ¿técnicas, tácticas, y estrategias de comunicación
para como ser convincente y exitoso en la gestión solicitante de ayuda con los
parientes lejanos? ¿entrenamiento para ejercer profesionalmente en pinta y pega
durante las campañas electorales y amaños sobre como competir, post sudada la
camiseta, para las plazas de diputados, asistentes y rejuntados partidarios? ¿y
las mareas oceánicas de jóvenes fuera del andamiaje social y productivo por ser
ya miembros de pandilla o acosados para ser incorporados?
Si los diferentes en
fila histórica gobernantes que han transitado en el pulgarcillo post conquista-colonización
hasta el amoldado presente, disque han ejercido racionales inspirativos
formatos de manejo del Estado, si cualquiera sea el color del chaleco, saco o
uniforme que calcen, la venta de esperanzas prometidas no se ha cumplido, y no
aceptamos ni complace lo que hemos tenido y tenemos; si incluso el reciente
inspirativo informe de la Comisión de la Verdad asumía provocativamente el título
De la Locura a la Esperanza…
Únicamente queda
rescatar por el contrario la bondad, fineza y virtud que alguna clase de locura
racional pueda arrastrar a favor de genuinas, factibles y realistas ilusiones,
para verdaderamente comenzar a transitar la ruta de la esperanza hacia el
desarrollo, que fomente un cambio eficiente, y eficazmente cultive el cambio
que merece, que añora el pulgarcillo… para rotura del estancamiento centenario
que nos aqueja y deje de estar ausente el progreso que causa real bienestar.
Recordando que es estúpido pretender diferentes resultados si se repite lo
mismo. Y si se contra verifica que la cosecha educativa, económica, social etc…
es la misma…. Mediocre hasta la saciedad… no hay duda que lo trabajado, fuese o
no “variado”, aglutina la maldita invocación de la estupidez.
Ni por romanticismo de
fugaz coliflor, o cualquier variante disfrazada de estupidez experimentada en
nuestro hoy pasado reciente o lejano, se alude invitar a caminar bajo el
influjo de parlanchinas locuras inoperantes. Se propone transitar guiados por
“locuras” que llevan el gen real del progreso. Pero no hay que inventar la
orilla azul de la bacinica.
Las
experiencias exitosas externas con esfuerzo imaginativo tropicalizadas y
confiadas a la conducción de dirigentes capaces, honestos, democráticos,
eficientes y eficaces, imperativamente cuasi santos (necesariamente con “un montón de cosas
santas, mescladas con cosas humanas… cosas mundanas”), terrenalmente
fértiles que cosechen cuasi milagros si es preciso. Tales son referentes que,
aunque no garantizan a rajatabla la lotería de resultados mágicos, indican macizas
posibilidades de encaminarse a cambios cualitativos perceptibles en el destino
de nuestras sociedades.
En el arte de gobernar
rezongamos necesaria e imperativa cuasi santidad, pero reconociendo que
santidad sin honestidad es droga espuria acompañada de ineludible pronto raterismo
hormiga y elefante. Igual, honestidad sin capacidad resulta en santidad inútil
e infértil. Y capacidad sin imaginación garantiza segura repetición, solo de
repente, casualmente innovante con alcance desnutrido.
Por Cabral sentencia, no
hay que renunciar a lo aparentemente imposible, visto el presente, pasado.
Asumir que no hay electricidad que encienda una ruta marcadamente distinta, es
subyugarse a la inclemencia de un futuro que amenaza reproducir la misma
mediocridad de frutos que tendremos que tragarnos desayuno, almuerzo y cena en
el pulgarcillo, según venimos purgando desde siempre.
Puesto que para que la
cuña apriete tiene que ser del mismo palo, sabiendo intuitivamente que solo un
clavo saca otro clavo… recordando nuestro ADN geográfico sinsonte, en tanto
pulgarcillo el país que nos asila y acobija nuestra diurna y nocturna
existencia. Quizás, talvez, por supuesto que si… podría ser sublimemente
conveniente prestar atención con sabios oídos esas insinuaciones que dicen …. “si no
creyera en la locura de la garganta del
sinzontle…si no creyera en la razón del equilibrio ”… para repensar que tipo
de maza (neuronal-dirigencial-pensante) requerimos para exorcizarnos de la
savia que nos hace presa de cualquier “testaferro del traidor
de los aplausos… servidor del pasado en copa nueva… eternizador de dioses del
ocaso”. Que son los mismos de siempre que en su ingente estupidez repiten con
igual o diferente cocinada las recetas conductivas que en consecuencia generan
los mismos frutos mediocres.
Ese Ilobasco cuasi platónico previamente pregonado, con seguridad tiene ya
matices de partida en los habitantes dentro de los 22 mil kilómetros cuadrados
o en tierras lejanas. No hay mínima duda. Forjemos una oportunidad al inesperado
destino para romper la mediocridad que desde siempre garantiza carencias
estructurales irresistibles a desaparecer.
Demos paso, promovamos a líderes, dirigentes, técnicos,
guerreros del progreso con virtudes como las susurradas, escogidos con sigiloso
trabajo de selección. Única posibilidad para que emerjan fórmulas gobernantes
que ejerzan eficiencia en el uso de los recursos escasos disponibles, que
aprovechen el talento marginado, que rompan y barran el obsoleto esperpento
dirigencial (¿será demencial?) que trunca la insurrección contra el pasado mediocre
que perpetúa un presente sin esperanza, que reproduce docentes que no enseñan y
entorpecen el aprendizaje creativo; que administra prestación de servicios
sociales desnutridos; que reproduce una capacidad en organización e ingeniería
rancia improductiva.
No es la edad sino la habilidad. No interesa algo
nuevo simplemente diferente sino lo innovador.
Lo que sí es claro, que los ‘mesmos’ de siempre de sobra conocidos,
cosecharán lo ‘mesmo’ de siempre. Estos, sean viejos o jóvenes, hijos o
parientes cercanos y arrimados a conveniencia, claramente no podrían ser
candidatos, si estamos concientes de que aspiramos un cambio que si cambia.
Solo así podemos
los ciudadanos ver otro amanecer.
Por cierto, en España un fenómeno como el aludido ya ha germinado en la
palestra política, atrapando aceleradamente un peso respetable y sustantivo
dentro del sistema político y
congresista en particular. Por cierto,
incorporando dichos sugestivos nombres (PODEMOS… CIUDADANOS), con amplio espectro por el que satisfacen la
variedad fértil de gustos ñurdos y saturnos, priorizando los temas que espinan
al ciudadano. Su bandera común, rechazar etiquetarse como sutil recurso que les
de valor político con feligresía (de voto duro rebuznante); impulsando
implacable intolerancia contra la corrupción. La mayoría de sus integrantes
provienen fuera del estatus quo dominante, tradicional, arcaico, llamado casta
(¿suena pachito el rio?), lo que garantiza fructífera independencia frente a
ese pasado reprobable, compromisos con financistas, etc. etc.
Guerrear por lograr algo similar, al menos u ojalá
mejor, sería una locura racional, en efecto revolucionaria por constructora de
un fecundo inicio del cambio que si cambia. Decidida victoria en proceso contra
las cadenas de la estupidez que reproducen similares frutos, no importando la
denominación conexa o lejana de los protagonistas que gobiernen desde la parca
tradición.
EL PULGARCILLO URGE DE LIDERES Y DIRIGENTES
SUSTITUTOS
CON MASTER EN LOCURA RACIONAL,
HONESTOS, CAPACES E INNOVADORES QUE
ENCARRILEN
EL ATERRIZAJE DE PROMETEDORAS
FRUCTIFERAS ESPERANZAS DE BIENESTAR Y
DESARROLLO.
Y como dijo el poeta: “CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR”.
Juan - cho
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