Mario Benedetti y muchos otros han insinuado que un
pesimista es un optimista informado. Complementariamente también se dice
que un pesimista es un optimista con experiencia. Alguien más confesó,
en defensa ajedrecística: "Sí, soy pesimista, pero yo no tengo la culpa de que
la realidad sea la que es" . No puede faltar recordar otra sentencia: "yo soy yo
y mis circunstancias", acuñada por un tal Ortega, que` no es el vecino bigotudo
del siglo XXI, sino Gasset.
No obstante estas sabias y penetrantes advertencias
que recibimos como herencia, la terquedad es un monstruo tan acosador y exitoso
como su pariente primitivo Cortez-mente llamado "pendejismo"…..
sí,… claro que nos referimos a ese Cabral-mente denunciado por alguien
originario de la pampa musicalmente insistente en divulgar que no era de aquí
ni de allá (q.e.p.d.).
Durante mi infancia escuchaba a mi madre decir que no
hay peor ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que
no quiere escuchar. Quizás por eso es que de cuando en vez a unos, o muy
seguido en otros, a muchos nos gusta jugar lotería. Como deporte diría
Cantinflas, a pesar de los pesares.
Para quienes tenemos ese vicio en grado de adicción
que atorzona u ocasional del tipo equivalente al llamado "bebedor social",
en los chambres poblanos se asocia repetir y repetir tal estupidez de jugar al
evitable desliz de ser optimistas mal informados, pues nos "inspiramos"
únicamente por la foto del ganador, y hacemos a un lado la experiencia.
Aunque no hay abundancia de galardonados, esta es la
única escasez que no es mal vista, ni combatida, ni atrae deseos por que
desaparezca. Por el contrario, la ambición y codicia que nos conquista
mantenernos como tontos empedernidos, justifica, y más aún, aplaude
egoístamente dicha escasez, bajo la esperanza “optimista” que algún día
impensable pero no remoto seamos nosotros los "bendecidos". Quienes practicamos
dicho "deporte", jugamos, o mejor dicho soñamos cándidamente ser los futuros
ganadores del erótico chunchucuyo jugoso premio del sorteo.
Lamentablemente entre lotería y las elecciones, al
menos las nuestras, hay infames similitudes.
Son pocos los ganadores en la lotería. Y nuestra
historia confirma que en las elecciones son “pocos” los finalmente ganadores de
los beneficios previos y posteriores en juego. Claro que hay progresos.
En el pasado pulgarcito no tan lejano, en las loterías
los ganadores, igual que en las elecciones por el "poder", eran elegidos a dedo
pulsudo.
Esos tiempos han cambiado. Hoy es el "pueblo" y el
"azar". Aplausos por un hit necesario aunque no suficiente, pues lo que sigue
irresistible al cambio es que los beneficiados sean muchos, muchos más a los
simples campechanos de la hermandad partidaria, familia-feligreses,
financistas, sobalebas, cercanos, similares y conexos.
Sosiega la esperanza que cuando en las podridas
elecciones, corrección, elecciones políticas, alcancemos la etapa de beneficios
para muchos más que siempre los mismos u otros sustitutos nuevos gritones.
Incluso poco importaría que siguiera el maleficio de que hayan pocos
suertudos con mejor parte del pastel, medio justificado a la fuerza por un
ambiente donde por lo menos hagan modesta fiesta también masivos afortunados
con algo más que miserables pequeñeces, como sucede en otros países, en los que
el problema no es apetecer lograr satisfacer los tres tiempos de comida, sino
“combatir” el sobrepeso en la mara víctima del negocio que cultiva inapropiados
patrones formativos de consumismo, incluyendo el pésimo gusto alimenticio.
Del hambre a la gula, hay una mala vida de diferencia,
pero vida al fin. No hay afán de perfecciones, sino al menos-menos mierderismo.
El chambre del citado apodo a la "inocente" lotería
comenzó con Oscar Wilde al escarmentar que la casualidad es la ley de los
tontos… y la lotería su tributo al tío sam. Y hoy, casi hasta la saciedad,
se le tilda a la lotería ser el impuesto de los tontos, sin que sea
escuchado por nosotros-ustedes los sordos voluntarios adictos al placer del
juego.
La indeseada calificación se basa en un guiguiri
matemático-probabilístico, por cierto, inobjetable. Sin embargo, a pesar de
tantos "tales" previniéndonos contra tantos males, adversidades y pendejismos,
hay muchos, incluyéndome, incluyéndonos, que seguimos "jugando", soñando tal
cual no creyente que se persigna en defensa preventiva contra el demoño
colorado por las cochinas dudas.
Hay quien a la lotería la llama un impuesto a los
idiotas, afirmando que "La lotería es, realmente, un impuesto para
aquellos que no saben probabilidad. La base es sencilla; se promete un premio
al ganador de un sorteo que es siempre menor que el total recolectado".
Voluntariamente vía una penetrante publicidad se explota la candidez colectiva.
Hay que agregar que ello es factible dado los virus ambicionistas auspiciados
por nuestras poéticas condiciones de vida, no siempre paupérrimas, que nos
vuelve propensos a ser víctimas de las musas que cantan sobre la codicia a
ser "ricachón".
Lotería Nacional de Beneficencia (LNB)
es el rimbombante nombre de la institución que tiene el negocio en El Salvador.
Pero, en nuestro pulgarcillo país, la lotería no es de beneficencia sino de
beneficios, puesto que beneficia a muy pocos: como es de rigor si a uno o unos
cuantos agraciados ganadores del premio mayor, y si a unos ejecutivos y
asalariados envidiablemente remunerados que laboran en la institución
respectiva…
Es vergonzosamente ultra conocido que la
beneficencia es otra paja del tiangue, pues son mínimos o inexistentes los
patrocinios para la mara "necesitada", que se supone potencialmente debiese ser
la principal favorecida, desacreditándose la razón atenuante que justifica
explotar la candidez de nosotros, los tontos deportistas, que sin anestesia juramos
con mayor o menor ahínco fidelidad al juego.
Sí que estamos jodidos por todos lados. En el
pulgarcillo: la lotería sirve para "generar" "empleo", y "beneficios" laborales
(ausentes para el resto mayoritario de empleados públicos), asilar dirigentes políticos
como cuadros "ejecutivos", engalanarse por obtener certificaciones ISO
9001:2008 en gestión de calidad piripi pao de extrema máxima inutilidad,
únicamente buenas para certificar bochornosa estupidez institucional con el
pecado de despilfarrar recursos en beneficio de los certificadores.
Basta leer la memoria de labores del 2011 para
recontra verificar la burocracia de esta institución. Por eso es que no han
querido publicar las ultimas ¿? Y es que resultan ofensivas estas burradas.
Sospechosamente una especie de foto sobre el protagonista del siglo 700 antes
de Cristo…. Con una descripción medio clara del paisaje. Muy útil práctica
cuando mostrar e informar nada se pretende, ocultando el pecado. Bueno, son
arrastres del pasado…… QUE TAMPOCO SE QUIEREN CAMBIAR.
Que hayamos tontos disponibles y ansiosos de pagar el
impuesto a la avaricia, se justifica si los beneficios los recibe el estado vía
la obtención de ganancias que luego se destinen a propósitos sociales en
cantidades sustanciales, no en proporciones de limosna, y peor si lo que
arrojan son pérdidas, como ha pasado. De ello, nada. Un pecaminoso negocio
"estatal" para únicamente beneficio de pocos, como siempre. De beneficencia se
pasa a maleficios… toscas malandrinadas en el horizonte.
La lotería es un mal piadoso que "su-razón" de existir
nunca podría ser el simple generar empleo ni negocio en beneficio de pocos. De
lo contrario, mejor que se instalen "puteríos"…..para todos los gustos, cuya
rentabilidad no tiene discusión.
¿Dónde está el Chespirito colorado que nos defienda y
saque del atolladero contra la astucia del chapulín que arrastra desde el
pasado al presente, probablemente a continuación y ojalá nunca más en un futuro
próximo no tan remoto?
¿Y las elecciones? a las que ya no se puede acusar de
ser apedreadas por la mano peluda, no es necesario, pues ahora la selección de
candidatos ha ocupado el vergonzoso lugar del enjambre pecaminoso. ¿Serán una
modalidad de impuestos a los tontos, o con pena complicada por la complicidad
como votantes deberíamos decir que son un impuesto a los idiotas?......
Por cierto, estamos a las puertas de que se inicie
"oficialmente" la campaña presidencial próxima. Pero los dimes y diretes entre
los candidatos bajo circense fulgor ya comenzaron; lo que no es "campaña"
prohibida por ley, sino "mañas" del oficio. Merced a las esperanzas que
danzan en nuestras oscuras y/o cándidas conciencias, nos hacemos la cochina
pregunta: ¿ser o no ser…optimista, pesimista o todo lo contrario?
Vea la respuesta …. ¿idiota?.... ¿quién?....
¿"A-yo" o la respuesta?…..descubra parte del tonto cañaveral de pasiones en el
siguiente capítulo de esta instigadora TONTOCRACIA realidad novelesca.
Tamen
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