Un homenaje al
gremio médico, enfermeras, ayudantes de enfermeras, laboratoristas,
flebotomistas, secretarias, couriers, janitors… Y todo lo que se relaciona con
la ciencia de la salud… Hoy ultrajados y estigmatizados por cierto sector ignorante, necio y
fanatizado entre mi gente que trata de ficharlos por la pandemia…
La causa que el gremio
médico ya no sea respetado u honorado como en los tiempos de las cinco
eminencias de la foto arriba, tiene mucha tela para cortar, pero que el turco narcisista y prepotente haya barajado al gremio médico de primera línea sobre algo que es netamente
médico como es la pandemia viral y ponga bachilleres dando charlas netamente
médicas visualiza un posible final a la pandemia salvadoreña versión 2020…
A lo hecho pecho.
Hoy ya montados en el macho hay que jinetearlo... ¡Que Alá nos ayude!
En la revista
semanal cibernética El Faro, leí una vez una alegoría a la explotación de la
mujer salvadoreña por la dueña del antro llamado El Lips en 2008... La
manera altanera, bufona y desdeñosa que esta mujer y su "sangre azul" se
refirieron en su entrevista a nuestros hombres y mujeres compatriotas..., pues me
emputó en el momento... Pero lo único que pude hacer es escribir este honesto relato/experiencia.
LAS CHICAS COUNTRY
Tricomonas podría sonar una palabra chistosa,
cómica, con sonido raro para el oído macho del salvadoreño, y buen porcentaje
de ellos ni aún saben su significado, pero para cualquier mujer del mundo, y un
buen número de mujeres salvadoreñas, la palabra es aterradora. Es la contraparte
de andar "matado" en el hombre.
Así como entre los macicitos sabíamos de
ladillas, chancro, caballitos y demás menjurjes, también la mujer era familiar
con el tema que atañe a ellas. Hay un número en ambos sexos que, debido al
estilo de vida, sufren estas enfermedades venéreas.
La cultura y vergüenza tocante a sexo ha
cambiado en el terruño a como era cuando emigré en 1981. La manera de
pensar, actuar y costumbres que hallé cuando regresé a El Salvador en 1999 eran
más liberales, agringadas, parte de la inevitable e imparable importación
cultural desde USA.
¡Increíble cuanto puede cambiar un pueblo en
20 años tocante a todo lo que concierne sexo!
Hasta los 70, en el terruño, ver películas
como La Colegiala o Emmanuele, era lujuria y perversión para el adolescente, eran
prohibidas para menores de 21 años. Hoy me río cuando recuerdo las películas
mexicanas de Mauricio Garcés siendo prohibidas para menores de 14 años.
Para entonces pedirle a una prostituta de la
Villa Sisi en Ilopango sexo oral era para que a uno le sacaran la madre…, y si
a una puta de La Avenida yo osaba pedirle sexo anal podía hasta echarme al chivo
cuchillero por "degenerado".
En 1971, en patín a verga, le pedí sexo oral
a una prostituta de la zona roja en La Unión, entonces una ciudad tan remota,
como difícil acceso, ¡pero tan bella!..., y la sexo servidora, adelantándose a
su tiempo y parafraseando lo que Clinton dijo al pueblo gringo en Tv años
después, me contestó: Eso no es sexo... así que andá mucho a la mierda
hijodetreintamilputas.
El problema era el estigma, el qué dirán,
esto frenaba a la mayoría de prostitutas "con clase" de poner sexo oral, o anal,
en el menú a clientes que después le harían propaganda con su especialidad,
cosa que la degradaría porque era popular entre el gremio que en los burdeles de la 24 avenida, hoy La Tiendona, habían lupanares donde las sexo servidoras cobraban 50 centavos por los tres platos.
Sin embargo, después me di cuenta cuanto la confidencia
logra tocante al sexo de burdel.
Esa era la manera del pensar en los años 70
tocante a chimar, chaca chaca, quebrar el nance, momear…, antes del SIDA.
Un total cambio advertí en mi segunda estadía
en El Salvador de 1999-2001.
El primer golpe a la retina fue la juventud
salvadoreña, esa generación nacida bajo el temor y el terror de la guerra civil
era una juventud bien sana comparada a la mía, pero percibí un problema: Era
más sana pero más inmadura e ideológicamente temerosa... Pero esto fue más
extraño aún, reparé que tocante al sexo el varón era más virgo que la hembra,
ella era más sexualmente liberada.
Todo lo contrario a mi generación de los años 70.
La mara de compañeros con la que ya cuarentón
estudié esta segunda vez andaba en sus veintes, la mayoría era clase acomodada,
la colegiatura era cara para la familia promedio. Pero de 10 de estos chavos
sólo uno fumaba y chupaba, totalmente contrario a mis veintes cuando de 10,
sólo uno era sobrio.
La universidad privada a la que asistí
trataba los estudiantes como cuando yo asistía a secundaria al Instituto
Nacional. Se pasaba lista en todas las clases, y a diferencia de la U de los 70, no se podía fumar, había un
rígido código de vestir en los hospitales. ¡Puta! el doctor que enseñaba era
infalible y tenía poderes dictatoriales.
Generalmente el primer día de rotación más de
algún tutor (staff o residente) daba una charla de intimidación terrorista como
apertura. El resultado era que los compañeros estaban acaneladamente
intimidados y esto se manifestó cuando la huelga de los médicos del Seguro
Social contra la privatización de Vilma Escobar Thompson, sí, la mismita que
hoy los "conversos" nos la quieren igualar a Juana de Arco.
Pero lo más salvaje para el estudiante de
medicina del quinto año para arriba eran los turnos 30 horas cada tres días.
En uno de esos estresantes turnos en el año
2000, llegó una mujer de 23 años a un consultorio externo en un hospital de
El Salvador. Era una mujer atractiva y con buen culo. Yo la atendí en mi
función de externo practicante del sexto año, pero con una enfermera presente.
La paciente se quejaba del aparecimiento de manchas oscuras y mal olor en su
región bulbar, o sea, como mal hablado diría en mis veintes: en la mera chichuiza...,
le pedí me mostrara e inmediatamente sentí el típico mal olor que producía la
infección y ya había notado era bastante común entre un apreciable porcentaje
de la mujer salvadoreña.
La enfermera, con quien tenía confianza, me
echó una mirada de entendimiento, en ese momento yo sabía lo que ella estaba
pensando y dije imprudentemente en voz alta y delante de la paciente: -Una
chica country.
Más tarde el médico de staff validó el
diagnóstico.
La paciente tenía dos patologías vaginales
comunes en promiscuas mujeres, y con pobre higiene corporal que sucede en todos
los países del mundo: Tricomoniasis y Candidiasis.
Cuando le hacía su historia clínica llegué al
punto de "ocupación u oficio" y ella dijo:
-Usted ya lo adivinó, soy bailarina en el
Lips...
Resultó que cuando yo dije chica country ella pensó me refería a su oficio, cuando lo que yo infería irrespetuosamente
ante ella era "-chicacontri-comonas", una usual broma entre los
compañeros de estudios que hasta las enfermeras entendían.
La paciente trabajaba en el local de "entretenimiento" llamado El Lips desde hacía un año y me contó que la obligaban a "luchar
en el ring lleno de gelatina por la dueña" contra su voluntad... Ella se había quejado porque era sucio,
la dueña siempre me amenazaba que si no me gustaba, la puerta estaba abierta...
Sin pena ni gloria manifestó que permitía que le metieran el dedo en su vagina
y le chuparan los pechos por los "cien colones" pero no era prostituta,
trabajaba allí porque tenía un niño de tres años, era madre soltera, su madre
estaba enferma, medicinas caras y sin seguro de salud, no encontraba
trabajo,... y un océano de problemas que aún perduran.
Por supuesto que yo ya había estado en El
Lips, algunos de mis amigos en los Estados Unidos llegaban de vacaciones y buscaban una diversión de esa naturaleza, pues, puta, ¿quién era yo para echarles
verga por ello? ¿Porqué negarme si a mí me gustaba también? Yo sé lo que es
echar pija en USA y llegar al terruño de vacaciones.
¿Qué tenía El Salvador
legalmente que no existía legalmente en USA?
La prostitución es ilegal en gringolandia,
aunque hay nude dance clubs para
todos los gustos y gastos que son legales en algunos estados, pero sólo se
puede ver, no se puede tocar a la mujer… En El Lips, en el 2000, se podía cuevear
y chupar cocos por 100 colones (10 dólares después) durante tres canciones,
además de ver show en desnudo toda la noche…, y la entrada sólo costaba 50
colones... ignoro cuánto cuesta hoy día.
El Lips era hasta el 2001 (no sé si sigue
igual) casi lo mismo que mi recordada Villa Sisi en Ilopango de los años
70, y de la que yo fui un fiel...
excepto que este Lips no tenía cuartos para penetración peno-vaginal como la Villa
Sisi, pero todas las demás penetraciones eran permitidas y a la vista de
todos, aún los que estaban comiendo.
El show de la medianoche en la pista central
era famoso internacionalmente. Una vez me encontré allí un tour de
5-6 chinitos viendo una chamaquita clavarse el buche de una botella
Pilsener en la "pista central"..., y ellos, comiendo, estaban bien idiotizados con el show.
La paciente que examinaba eventualmente se
hizo chera mía, me relató la terrible explotación y abuso de nuestra mujer
salvadoreña, producto del "libre mercado" y los gobiernos con "sentido humano"...
Me dijo que no tenía salario fijo sino que al contrario ella, como todas (unas
50 entonces), pagaba 75 colones diarios a la dueña sólo por dejarlas trabajar
allí...
Era un negocio redondo que no me cabe la
menor duda que para que el actual gobierno no dijera ni pío, tenía que haber
mano peluda. Sin embargo, hasta lo contrario, era legal y próspero como esta
dama lo proclama retadoramente en su entrevista.
El Diario de Hoy de quiquito era el único en
publicar comerciales y "cupones" de descuento del antro explotador de la mujer
cuscatleca.
Tamen
Abril/2008.
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