miércoles, mayo 30, 2018

Celebrando 10 Años: Deja Vu

Educación y Salud..., dos áreas que, como el pobre y el rico, van de la mano..., una no puede sobrevivir sin la otra.

Los ricos y pobres siempre van a existir, así como brutos e inteligentes, normales y pervertidos, izquierda y derecha, jurásicas y nuevas ideas, etc.… Jesucristo no se inventó este volado de pobres y ricos, pero no se tiene que ser Stephen Hawkins para entender que es imposible el uno viviendo sin el otro... ser rico o pobre tampoco es ningún mal o maldición divina, es simplemente un reto natural que se presenta al humano en su evolución y que tiene que solventar para su progreso.

Que haya ricos y pobres no es la mera neta, la mera neta es cómo el rico y poderoso va a asistir con su poder, dinero y sentido de Patria, a sacar a su vecino, su compatriota, su hermano, de la mierda en que se haya para avanzar el país..., nada de otro planeta sino de la misma manera que otros países (incluso los norteamericanos) lo han hecho... Pero el poder y dinero para mentener brutos y enfermos a una mayoría con el fin de someterlos para explotarlos y seguir enriqueciendose no es la solución sino la perdición.

La raíz del problema en mi terruño es dos áreas: educación y salud... El problema es más grave cuando estas dos palabras son sentencia de muerte contra el engaño y explotación. Por eso es que los gobiernos derechistas de mi tierra le temen tanto avanzar la educación y salud de su mayoría ciudadana.


DEJA VU

Mijo me preguntó qué significaba la palabra "canillita", él había oído la frase de su abuelo y yo le dije que así llamaban desde hace muchísimos años, en El Salvador, a quienes vendían diarios en las calles de la capital.

-Papá pepe dice que fue canillita cuando pequeño, ¿es cierto?
-Él me contó lo mismo a mí, pero no sé si es cierto, yo no vivía entonces...
-Ya me imagino al  abuelo Papá pepe como canillita... dijo para sí mismo y yo le vi expresar una sonrisa de orgullo.
-Te equivocás si pensás que los vendedores de diarios en El Salvador son igual a los de aquí.
-¿No son igual que Rubén y su familia?

Nuestro vecino Rubén, en Chicago, tenía un chalet con venta de periódicos, revistas y magazines en la estación del tren urbano, sobre la Rockwell Street, pero Rubén y su familia tenían casa propia, dos carros bonitos, vacacionaban dos veces al año y quizás tenían una buena cuenta en el banco... "el sueño americano"... ¡Y Rubén era canillita!

-Para empezar Mijo, en el país que abandoné en 1981, quien vendía diarios raramente poseía carro o casa propia. Ser canillita era un oficio mal pagado y sin futuro. La familia de mi papá no era rica ni mucho menos acomodada y mi papá contaba que cuando adolescente vendía periódicos y revistas para llevar dinero extra a casa y para sus propios gastos personales, pues a tus bisabuelos no les alcanzaba.

-¿Es cómo decir que en El Salvador el rico vive pobre...? Me dijo con una sonrisa confusa y extraña.

Mijo llegó a este país con tan sólo 18 meses de edad. Él había conocido un gran mundo: el mundo anglosajón... pero también el microscópico mundo de El Salvador en la diáspora. Cinco familias de cinco hermanos formando una entera familia, donde el calor salvadoreño imbuía cada hogar y mi tata era el patriarca... Pero aparentemente fue suficiente para confundir a Mijo y, quizás, a cualquier salvadoreño nacido en USA.

-¿Y cómo vivían el rico y el pobre en El Salvador que tú viviste?

La confusión de Mijo era que sólo conocía la pobreza de Chicago, una ciudad de más de tres millones de habitantes para los 80-90s. Él sabía qué era Cabrini Green, Robert Taylor Home Proyects, Humbolt Park..., mejor conocidas como áreas de negros y potorros (puertorriqueños), donde había más bien descuido que carestía, negligencia más que necesidad. O sea, un lugar donde vivían un pijo de huevones.

Cabrini Green y Robert Taylor Homes eran proyectos multifamiliares, donde las familias pagaban renta baja y la ciudad, el estado, y el gobierno federal daban ayuda económica mensual sin falta…, y entre más hijos, más plata... ¡Puta que verga!... ¡Pagaban para que no se trabaje, sino pa’ que se coja más!... Por eso, entre el negro y el puertorriqueño (la segunda mayoría hispana en Chicago hasta los 90’s) había un alto índice de natalidad y una elevada tasa de desempleo. Pero no porque no hubiera trabajo, sino porque no se quería trabajar, ¿para qué verguearse por cinco pesos la hora si el gobierno daba más?

Por eso llamaba la atención ver que en la última semana de mes, en las casas de cambio, desde las siete de la mañana, había largas filas de hasta una cuadra de largo, era gente que llegaba a reclamar los cheques y estampas de comida del gobierno, pues la ciudad les pagaba el gas y la luz…. Los fines de mes, miles de gente, mayoritariamente negros e hispanos puertorriqueños, alineaban los Check Cash & Currency Exchange... Consecuencia de esto, en Chicago de los 80/90s, en esas áreas había más casas de cambio y cantinas que escuelas...

Pero, generalmente, el negro o el hispano viviendo del welfare, tenían cadillacs del año y en sus destartalados apartamentos había lo último en tecnología, pero también había alto índice de delincuencia, drogadicción y deserción escolar.

Pues bien, estos eran los "pobres" que mijo conocía...

Platicar con él sobre este tema a mediados de los 90’s me provocó un sentimiento de Deja Vu en 1999, cuando después de 18 años viviendo en Chicago opté por regresar y vivir en El Salvador, e intentar por segunda y última vez terminar el doctorado en medicina.

Como estudiante de medicina de una universidad privada, tuve que llegar a ser miembro, a huevos, de la recién introducida ley de Sistema de Prevención gubernamental contra el dengue, con la cual mi universidad colaboraba. Así, en los meses más calientes del año 2000, anduve con una enfermera, un inspector de salud, y una trabajadora social, buscando y echando abate en pilas y aguas estancadas de los prehistóricos mesones de la ciudad de Sonsonate.

Yo nunca me imaginé que los mesones aún existiesen, exactamente como yo los viví, pues en el que yo nací, aún después de más de cuatro décadas, lo recordaba bien. Pero ya no concebía que humanos pudiesen seguir viviendo en esas condiciones tan deplorables. Después de casi 20 años ausente del país, tenían que haber cambiado..., pero no era así... Y me topé de nuevo con la triste realidad... y el sentimiento de Deja Vu.

En un meson de Sonsonate, recordé que nací en un building de 12 cuartuchos en el viejo San Salvador, similar a este, y al encontrarme de nuevo entre ellos sentí el famoso Deja Vu, o sea, el mismo olor, el mismo patio de polvo, el mismo pasillo de tierra, las mismas tejas, las mismas macetas, las mismas enroscadas veraneras en las paredes de lámina, bambú y lodo, los mismos inocentes niños, las mismas caras sucias sonrientes, y las mismas panzas prominentes...

Se me vino de repente una retahíla de recuerdos. Me di cuenta que, para entonces, en mi infancia no tenía ni pizca de idea de cómo vivía el rico, pero bien sabía como vivía el pobre... una maceta cuadrada llena de agua estancada me regresó al presente. Miré al fondo, unos 20 metros al otro lado del patio, un rótulo pequeño de madera en el que se leía "Letrina".

Después de vaciar la maceta me voy a la letrina,  eran dos, y a la vez eran baños.

Los mismos tenebrosos cubículos, la misma pila negrusca, la misma regadera, la misma taza sucia y amarillenta delimitada en el interior por el agua...

¡Y los mismos papeles de diario!

El Deja Vu me hizo recordar que yo, sin tanta paja, me he limpiado el culo con el Diario de Hoy de quiquito, así como con la Prensa Gráfica del gran duque Dutriz.

Cuando entonces era hora de ir a cagar en mi mesón, tenía que llevar tres papeles de diario recortados por la mitad: el papel pa lim, el  papel pa pon, y el papel pa ler.

El papel pa lim, era obvio su uso, era para limpiarse el culo.

El papel pa pon era el que se ponía de sentadero para no mojarse las nalgas con miados, también amortiguaba el frío de la vieja taza sin sentadero.

Finalmente el papel pa ler era el que cuidadosamente se escogía, más se usaba y servía, además de la noticia del gol de cabeza de "Volskwagen" Hernández, la gran jugada de Avellaneda, o el gran atrapón de Araña Magaña; también espantaba el vergo de moscas y mosquitos que buscaban postre en el culo, y también era el papel extra, en caso no ajustara.

Definitivamente el papel pa ler era el más valioso tocante a este negocio.

El papel higiénico sencillamente no era afrontable y era usado sólo por las mujeres. Las raras veces que se dió el caso de usarlo, entre mi marita de párvulos, en vez de limpiar llenaba los dedos, definitivamente ese volado no nos gustaba a los machitos y el más grande de la marita, para alivianar el ahuevado tema, nos decía que el papel higiénico era para mujeres y para culeros.

 También recordé que más de una vez vi madres salir hechas cuete al grito "mamáaaaaa!!!" debido a algún anélido prendido en el culo de algún mono como yo…. Y nadie defecaba o se bañaba solo en el baño-cagadero, pues allí vivían candiles, arañas, cucas, el cachimbo de zancudos, más otra flora y fauna.

Pero cuando regresé a mi patria por segunda vez en 1999, ya no me podían dar paja, pues había visto y rasguñado como viven "los ricos".

Pensé ahora, como entonces, que había algo así como parámetros para decir "este maje tiene pisto". O sea, como aquí en Estados Unidos, especialmente en Texas, donde he advertido que el tener carro del año se intenta transmitir el mensaje "miren majes estoy viviendo vergón", aunque la casa de miedo de sólo verla ya que sólo se trabaja para el carro. O como los hispanos "texanos" que piensan que no hablando español los hace "americanos" y "blancos" como los gringos, por lo que esconden el hecho que hablan el idioma y que sus tatas son hispanos.

Mi impúber mente pensaba entonces que quién tenía carro, teléfono y televisión era un macizo, pero en medio de esos mesones en Sonsonate me di cuenta, irrefutablemente, que con 20 años de gobiernos areneros corruptos las cosas no han cambiado desde hace cuatro décadas.

Aunque no sé de carros, el promedio 10-20 familias que vivían en estos mesones cocoteros en el 2000, como los negros de Cabrini Green, o los potorros de Humboltd Park, casi todos tenían celulares, televisión, cable, estéreos..., etc.

Los parámetros materiales, pienso ahora, han dejado de diferenciar al rico del pobre.

Pero estoy seguro que el parámetro que nunca cambia es la educación.

La educación es la que nos hace libre, no la verdad, la verdad se estira y se encoge. La verdad, en esos mesones es paloma vivirla. ¿Quién no preferiría "la verdad" de la Escalón y la Santa Elena?

Yo puedo hoy atestiguar a mí mismo que "la verdad" con educación es más vergona..., y que "la verdad" sin ella, aunque se esté bañado en pisto, es como ser pobre de mesón... Porque la educación no se estira y se encoge como la verdad.

Educación sólo es una, verdades hay muchas...

Y la mera verdad de la educación en El Salvador la vi con mis propios ojos de 1999 al 2001 y nadie me puede dar paja.

La verdad es que la educación y la economía han mejorado geométricamente para el rico post guerra, pero ha empeorado, exponencialmente, para al pobre de mi tierra... y la distancia que hoy separa el pobre del rico, a pesar de la tecnología, o debido a ella, se ha agrandado en años luz... porque el pobre y bruto es más chiche de engañar y someter.

La falta de oportunidad para educarse y la falta de oportunidad del educado para desenvolverse, es lo que tiene, hoy como entonces, crónicamente pobretaria y enferma a mi gente.

No puede haber progreso sin educación, como no puede darse una efectiva educación con gente enferma y desnutrida.

Como cada problema tampoco se resuelve de la noche a la mañana...

Pero en mi Señorío de Cuzcatlán, desde hace 186 años, ni aún se comienza por resolverlos.

Tamen
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