jueves, octubre 19, 2017

Memorias De Un Desmigrado: El Todólogo - Segunda Parte

En 1984 comparar los hospitales gringos con los hospitales de mi tierra era como comparar la casa del rico y del pobre. Los hospitales gringos son hoteles, algunos 5 estrellas, otros 1-2 estrellas, aún estos gringolandeses hospitales bajeros, en aquellos días, iban taco a taco con el mejor hospital privado de mi terruño.

Yo estuve 14 días en un hotel-hospital de 2 estrellas.

Mi seguro de salud familiar era proveído por el sindicato de empleados de hoteles y restaurantes. Yo pagaba 25 mensuales más 5 chuyas membrecía. Este sindicato era de la mafia y Tony "big tuna" Accardo era entonces el jefe de la mafia de Chicago.

La mafia me pagó 100% la estadía de dos semanas en el recién remodelado Hospital Thorek en el northside de Chicago…, además, me dio 400 chuyas de incapacidad por los 45 días que me tiré sin trabajar.

Entonces entendí por qué mi doctor boliviano me mantuvo tanto tiempo metido en el hospital aún cuando en siete días estaba recuperado. El hospital y él ganaban vergo de dinero de la mafia.

En el Thorek me quebré toda la XIV Olimpíada de Invierno en Sarajevo, con una cama que la maniobraba como quería y Tv a color... Siempre que me llevaban la cena me llevaban el menú del siguiente día, ¡con 2-3 escoges!.... ¿Qué quiere comer mañana papaíto? ¿Pollo, carne, pescado...?

Un chero me dijo que Newport es cigarro para pulmones de afroamericanos, que no dejara de fumar sino sólo cambiara marca... Qué alentador es oír decir a alguien lo que a uno le gusta oír... Así que es saliendo del hospital corrí a comprar una cajetilla de Malboro Light.

Pero salí asustado de la neumonía y pasé un día fumando solo un cigarro, luego comencé fumando dos por día y en un mes estaba fumando casi la cajetilla.

La manera como fui recibido de regreso en el Hotel Drake por mis coworkers me sacudió y casi se me salen las de cocodrilo. La cultura gringa tiene esa forma de afectación ambivalente en los lugares de empleo, porque un mes después de mi regreso la mañita de golpes traicioneros por mis coworkers regresaron

El departamento de housekeeping en el hotel era territorio africano, la cocina era territorio azteca, igual los busboys (ayudantes de meseros) de los tres restaurantes, los que arreglaban y decoraban las fiestas en los dos enormes ball rooms eran mezcla azteca y caribeña… Todos los meseros y meseras eran blancos gringolandeses… Y no había centroamericanos… Yo era el único.

Entre los hispanos en Chicago de los 80s, los mexicanos eran mayoría, seguidos por puertorriqueños (potorros), tercero cubanos… Los guatemaltecos eran mayoría entre los centroamericanos, colombianosecuatorianos mayoría de sudamericanos.

Había hispanos y afros trabajando en el hotel por décadas. El más viejo de trabajar allí era un afro de 67 años que rechazaba retirarse, tenía más de 45 años trabajando para el hotel y lo decía orgullosamente… ¿Cuánto ganaba?, nunca lo supe. Pero era huevón.

Anualmente aumentaban entre 10-25 centavos, el único aumento que recibí fue 20 centavos por hora en mi primer aniversario que hizo llegar mi salario a $5 dólares y pico. Recibía $320 por quincena después de los taxes y descuentos.

Un día de junio de 1984, pasados tres meses de mi neumonía y casi completando dos años de trabajar en el hotel, yo iba viajando a mi trabajo en un bus de la CTA (Chicago Transit Authority), pues en todo USA el sistema de transporte lo maneja la ciudad, ¡de repente!, sentí una sensación de hastío, estancamiento, paralización emocional, me sentí valiendo verga.

Después de 19 meses en el hotel me sentí emputado conmigo mismo, inmovilizado en mis aspiraciones. Siempre me han obsesionado los retos y siempre he odiado el conformismo.

Recién un amigo y compañero de estudios en El Salvador me había escrito "la única carta que he escrito en mi vida" según hoy él jura y perjura, anunciando que las clases en la facultad de medicina en el hospital Rosales habían reiniciado después de dos años. Que regresara.

Mi familia se opuso completamente, especialmente mi esposa, la única vez en 43 años que la he visto bien agresiva. Ya teníamos dos hijos, la guerra estaba en su apogeo, hacía dos años mi tata se jubiló y se vino a vivir a Chicago…. ¡Nadie de la familia sanguínea quedaba allá!... Mi hermano mayor quizás se sintió responsable por haberme traído, me invitó a cenar y me recomendó dos cosas 1) esperar un tiempo más para regresar…, 2) O que tratara de hacerla en gringolandia… "El que es perico en cualquier cancha es verde" -me dijo sonriendo..., como quien dice "¿podrías con este reto a vos que tanto te enculan, pendejo?".

Fueron días cabrones para mí. Recordé lamentando ese día con mi chero haber parido la idea de venir a USA mientras chupábamos en el Golden Fish, luego él rajarse y venirme yo solo, se suponía íbamos estar en USA hasta que abrieran la U luego nos regresábamos… Hoy me mandaba esta nefasta carta creándome enorme clavo emocional... Me sentí hoy ya estaba encaramado en el macho y tenía que jinetearlo.

"El que es perico en cualquier cancha es verde".

Ese día de junio 1984, soleado y caliente, anunciando el verano después de nueve congelantes meses y mientras viajaba en bus pensaba si podría llegar a graduarme de médico en el imperio... Tomé una decisión.

Cuando llegué al hotel me fui directo a la oficina de la jefa y le dije había hallado mejor trabajo y que renunciaba siendo ese día mi último día. Me topé que en gringolandia existe exit interview o entrevista de salida y cuando me preguntaron dónde había encontrado el mejor trabajo titubeo y dije "international machinery" el ruco gringolandés solo me dijo you don't want to work here anymore, I don't blame you.

Mentí a mi esposa, familia y amigos diciéndoles que me habían echado por una cagada que había hecho. Una mala decisión porque no tenía otro trabajo ni conecte para conseguir otro. Y el piggy bank quizás tenía para dos meses... Pero mi futuro no estaba en ese hotel.

En enero de 1983 había conseguido un apartamento, una caja de fosforo mejor dicho, en un barrio bien paloma en el noreste de Chicago, cerca del lago. Era un edificio de apartamentos donde solo hispanos vivíamos y el dueño era un gringolandés con un chapín de manager. La caja de fósforo me costaba $250 mensuales. Pero tenía el apoyo de mi esposa porque ella había conseguido trabajo en un Burger King.

Era un apartamento primer piso de dos cuartos, uno para sala-comedor y el otro dormitorio más un cubículo de cocina y al fondo otro cubículo de baño. La ventaja en USA es que todos los apartamentos que se rentan vienen incluido estufa de 4 quemadores con horno y refrigeradora, ya había comprado a un  chero una Tv blanco y negro de 25 pulgadas en $35 dolores y un juego de dormitorio a otro chero en 250 chuyas.

Mi esposa trabajaba en la mañana y yo en la tarde, no teníamos que pagar baby sitter para los niños.

Los edificios y casas en USA no están pegados como las casas en mi colonia Santa Lucía donde sólo se pegaba el oído a la pared y se oía lo que pasaba en la otra casa. En USA un pequeño pasillo, gang way le llama la cuilia, divide casas y edificios.

El problema era que después de medianoche, afuera de mi ventana que bordeaba el estrecho y oscuro callejón separando los edificios, los pimps o chivos afroamericanos talegueaban a las sexoservidoras por escaso negocio o esconder la feria… ¡y la mujer afroamericana es escandalosa!

Vivíamos en el área Brynn Mawr-Winthrop, una zona llena de hookers.

Cuando llegaba de trabajar del hotel después de medianoche las veía haciendo señas a los carros que pasaban. El blow job costaba 10 dólares, sexo anal 25, sexo vaginal 30 y full cover $45… Y exigían usar condón que ellas mismas cargaban en caso fuera excusa porque el SIDA estaba de moda... Sabía esto porque una de las sexoservidoras me pidió un cigarro una noche, se lo di y me dijo la tarifa prometiéndome que porque había sido nice con ella iba ser súper nice conmigo.

Chévere fuera si el pimp cabrón hubiera escogido otro lugar para pijiar a las sexoservidoras, pero su lugar preferido era exactamente al lado de la ventana del dormitorio de mi caja de fosforo y a pesar que eran dobles ventanas para invierno siempre se oía el despije.

-You’re my bitch moneymaker until I say no more, bitch, you´ve heard me bitch?… shiiiiiit… Go back and suck dicks, and bring my goodies bitch... God  dammit!... Get the fuck out of here!

Pero el chivo o pimp de las hookers era el mismo africano. Con mi esposa le conocíamos la voz y lo veíamos de día, cada noche de mínimo pijiaba una hooker, máximo tres.

De día lo veíamos pasar en un cadillac blanco con rines dorados como el oro,  usaba una cadena del grueso de mi dedo meñique y tres dientes de oro. El cacique del territorio – como casi todo afroamericano-, tenía una patológica adicción al oro como yo soy alérgico al mismo.

Un mes después que llegué a Chicago mi broder se hizo ciudadano y nos metió papeles a los cuatro hermanos y mi ruco… Par de meses después me llegó un papel de migración diciéndome que aceptaban los papeles de aplicación y que comenzaba el proceso. Había un backlog o retraso de 5-6 años de espera, por si las de hule yo mantenía ese papel en mi cartera, era mi green card.

A mi tata le salió la residencia en seis meses, se jubiló y se vino a Chicago donde moriría 25 años después.

Mientras tanto, sin trabajo, mi cuchito estaba a punto de tronar en agosto de 1984 y viendo llegar el pago de renta sin conseguir trabajo me hacía comenzar a flaquear y conmiserar por haber dejado el jale del hotel.

Le comenté mi situación al chero chapín que trajo mi esposa y me dijo "tengo un amigo que anda buscando alguien porque hay trabajo en su jale, pero es trabajar con llantas, ensuciarse y a la intemperie….”

Dos semanas después comenzaba a trabajar en Consumer Tire & Supply Company al sur del downtown en el barrio de los africanos.

Había descendido de aspirante a doctor en medicina a llantero.

El lugar de trabajo era enorme, ocupaba una manzana más un enorme sótano, vendía no sólo llantas de toda medida sino también repuesto para todo vehículo, tenía taller de vulcanización... Y mucha y buena clientela... Por casi cuatro años yo fui llantero, pero si le pongo caché, como le encanta a los gringos, mi profesión u oficio fue mecánico de llantas.

Me pagaban el recién aprobado nuevo salario mínimo de $5 dólares x hora más propinas y mi trabajo consistía en trabajar con carros domésticos. Me enseñaron a montar y desmontar llantas, balanceo, reparación con parche y taponamiento, a distinguir una llanta radial y de cinturón, a reconocer medidas de llantas y rines.... Y se trabajaba a la intemperie las cuatro estaciones. Pero por vez primera usaba mi propio nombre aunque seguía usando el #social de mi sobrino.

Yo ahora me sorprendo cómo es que duré tanto trabajando en esas condiciones, temperaturas bajo cero o de 95-100 grados Fahrenheit, bajo la nieve o bajo el talegazo de agua, no importaba, el trabajo se hacía.

Allí conocí a LeRoy.

LeRoy era un raza negra tranquilo y lo insultaban los mismos negros envidiosos llamándolo "negro por gusto" o useless nigger, como ellos le llamaban, porque era estatura pequeña, no fumaba ni bebía, no podía bailar ni cantar, y decían tenía una pija chiquita... pues le clavaron negro por gusto.

Pero LeRoy, quien era amigable, sonrisa afable, y plante inofensivo, nos gustaba a todos los latinos y algunos negros, excepto por un puñado de prietos envidiosos mala onda, de esos que existen en toda raza y en cada rincón de la nave espacial.

Y es que LeRoy tenía algo que la currunchunchún de llanteros no teníamos. LeRoy era graduado universitario, pero no era fufurufo. Nunca noté viera alguien de menos, o sacara pecho de sus logros académicos.

LeRoy era humilde, andaba en sus 30s, pero seguía soltero..., y no era canelón, decían le costaba conseguir y retener novia.

Manejaba un carro del año, se ponía trozo de ropa, zapatos de cien vergas, y oro en puta. Su oficina era alfombra y aire acondicionado, era también gustado, respetado y tomado en cuenta por la élite blanca mandamás, sin embargo, LeRoy llegaba al calor, la suciedad y la negrura donde trabajabamos a platicar con todos…, pero con nosotros, los latinos, se pegó pues decía quería aprender español y estaba haciéndolo bien..., el chavo sencillamente era buena onda.

Trabajando un día de verano en1986, durante la media hora de almuerzo… ¡de repente!... ¡oímos un disparo en la esquina opuesta y vimos un negro caer al suelo y dos más salir corriendo... era LeRoy que salía del Kentucky Fried Chicken de comprar su lunch y era asaltado por sus mismos hermanos de raza.

Un disparo en su cabeza acabó con su vida…

En otoño 1986 comenzaba la escuela. En USA los ciclos escolares comienzan en otoño, en septiembre, yo me preparaba a comenzar un nuevo semestre en Truman College.


Además que pagaba 276 dólares mensuales porque inglés 101 ya no era el gratis ESL. Era caro para mi bolsillo y sólo podía costear una asignatura por semestre... Pensé entonces a ese ritmo me iba a graduar con bastón.

Fines de la primavera de 1986 había pasado en el primer intento inglés 101 y se me abrían las puertas para inscribir materias con crédito universitario o aplicar entrada a la universidad.

Había decidido enfrentar el reto de intentar lograr mi sueño de ser médico en gringolandia y tenía que pasar esta materia para evitar el TOEFL.

Pero ya había abierto el zaguán de par en par.... Me acordé del refrán de mi tata que juraba y perjuraba el Che había dicho:

"Se alcanzan las más altas cumbres del esfuerzo humano cuando se lucha con un ideal".

Tamen
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