El primer pueblo portuario que conocí en mi terruño
fue el Puerto de La Libertad..., digo conocí porque a huevos tuve que estar allí
por 10 días en 1970, aunque ya había visitado Acajutla de pasada y Cutuco nunca.
Pero en La Libertad pasé 10 tristes días en ese puerto
a solo 45 minutes de la capital... Estaba sólo, tenía 16 años y sin conocer a
nadie allí, excepto la familia de la ex de mi broder que me alojaban... Era
diciembre y me despertaba a las 6 am, desayunaba y me iba al viejo muelle a ver
ir y venir a los pescadores, no habían chavas, ni fiestas, ni mara para
vacilar.
Al dejar La Libertad ya odiaba los pueblos portuarios.
Un año después
visitaba la ciudad puerto de La Unión y cambió mi apreciación por las ciudades portuarias...
Y mi apreciación por el mar.
En La Unión encontré todo lo que carecí en La Libertad
como amistad, fiestas, jodarria..., y amor... además que por vez primera
percibí (y jamás se me olvidó) el ruido del mar de noche y la vista de las estrellas...
Yo me enculé de la ciudad de La Unión, su mar, sus
noches claras y estrelladas, su gente, y sus chavas... Y no me refiero a las de su zona rosa, si bien con ellas tampoco la pasé mal.
El puerto de Cutuco queda relativamente alejado de la
ciudad y en esos años Tacho Somoza hacía millones del conflicto
catracho-guanaco de 1969. Somoza tenía dos ferrys que transportaban mercadería
del muelle de Punta Ruca (cerca de Cutuco) a Nicaragua..., secuela del conflicto tenía la carretera
Panamericana cerrada a todo tráfico vehicular.
Y de 1971 a 1973 visité la ciudad de San Carlos de La
Unión quizás unas 10 veces y cada vez por una o dos semanas... especialmente en diciembre para sus fiestas
patronales y carnaval.
En diciembre 1973 asistí a la mejor fiesta que yo
jamás he estado. La Fiesta del Ferry.
El ferry de Somoza zarpó a las 9 de la noche con una
orquesta y dos grupos de rock: Los Juniors de Santa Tecla, Los Apaches y la
Orquesta Casino... el ferry navegó hasta la entrada del Golfo de Fonseca, allí
ancló hasta las 5 de la madrugada que levantó ancla y regresamos a Punta
Ruca... Yo quedé alucinado de esa fiesta.
La ciudad tenía un Malecón..., un pequeño muelle donde
todas las noches la juventud del pueblo llegaba a platicar, amasarse, tostarse
o sencillamente apreciar el cielo estrellado, sentir la brisa marina y saludar
amistades... en ese Malecón yo pasé momentos inolvidables que tampoco he podido
olvidar.
He tenido la oportunidad de regresar a visitar La
Unión los últimos 10 años, pero como sucede a mi colonia Santa Lucía, todo es diferente..., comenzando que la ciudad se ha agringado..., luego la gente, ya
casi nadie de las familias que conocí en 1971 queda viviendo allí... Como en mi
colonia, casi todos han emigrado y se
hallan dispersos en la nave espacial.... o han fallecido.
Pero lo que nunca cambia ni perece es ese bello mar,
ese bello golfo y ese maravilloso cielo estrellado de una noche cálida y clara. Son las inolvidables noches marinas en esa bella ciudad portuaria
de La Unión.
Bella vista contemplaba
de trasfondo era la mar,
al crepúsculo era azahar,
y un halo rojizo la besaba...
Las olas y viento se oían,
pegosa humedad marina,
una blanca gaviota trina,
y las olas del mar rugían...
Ese lugar inspiraba paz,
confianza, gozo, amor,
era bello sin haber flor,
y tenía un aspecto feraz...
La noche muda vidas,
salen astros del vacío,
que han visto amoríos,
y maldades cometidas...
Pero es el inmenso mar
que muestra su poderío,
de noche es ruido y frío,
pero un placer sin mirar...
¡Qué pequeñas hormigas
somos todos los humanos
que si mucho caminamos
caemos muertos de fatiga!...
Pero la mar llena de vidas,
llena de vidas infatigables,
es un mundo sano y afable,
porque no viven hormigas...
Y se conquista la tierra,
la materia es manipulable,
pero aún es inconquistable
¡ese mar que nos aterra!...
Tamen
.
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