martes, octubre 22, 2013

Juan-cho: Si al CONSUMISMO en reversa. No al CONSUMO


Pregunta indiscreta: ¿es en latín o por sapo la denominación científica homo sapiens?
No obstante se dice: “quien al mundo vino y no bebe vino, a que vino”. Sin pretender pecar de fanatismo desbocado, conveniente resulta afirmar que ha llegado el momento urgente de reconocer cuando incluso lo Cabral si quita lo Cortés. Dicho a nosotros ustedes y los demás que tercamente aún nos hacemos los suizos… o sapos.
Penosamente subsiste y resiste un paciente impaciente llamado planeta tierra, cuyas múltiples manifestaciones de vida están bajo constante amenaza.
Tres simples palabras resumen la febril enfermedad que más temprano que tarde acabará con la vida: El GRAN CONSUMO, cuyo fenómeno representa sin miseria un equivalente al virus ébola. SOS SOS SOS demanda el estoico terrícola planeta.
Si el mandamiento ayudar al prójimo es un asunto que nos incomoda por aquello del jubiloso impertinente egoísmo, del planeta ni hablar, tenemos la suerte que el prójimo, por el contrario si es solidario en cantidades chicas pero con suficiente ruido. Uno de tales ejemplares, el psiquiatra austriaco Viktor Frankl, autor de “El hombre en busca de sentido”, comparte una sabia reflexión que resulta prudente utilizarla como guía de acción para darle razón y sentido al diario (mal) vivir:
“nunca dejemos que lo que es, se equipare a lo que debe ser”.
Consejos hay a borbotones. El problema, dice un viejo adagio es que “se puede llevar el caballo al rio, pero no se le puede obligar a beber el agua”. Depende de cada quien, del uno para todos y todos para uno, si somos, por ejemplo, víctima gratuita y voluntaria del guiso furioso de quienes nos “alientan” con el acoso de la propaganda, tutelada por asesores expertos en volvernos fans para vivir la vida loca. O nos detenemos para modificar patrones de vida que debiesen cambiarse, comenzando por el reinante playero consumo desbordado.
A favor del bienestar presente y sobrevivencia de la vida, conviene, urge mostrar desencanto e indignación a las coplas justificantes de la marea de consumo que se fomenta y retroalimenta sin mesura, máxime que la actividad económica de nuestro terruño y muchos otros laderos, está basada en débiles pilares de inversión productiva de bienes, prevaleciendo la destinada a fines mayormente comercial (y/o financiera), aparte de la eterna gravísima costumbre de ejercitar desprecio irresponsable por convivir en respetuoso equilibrio con la naturaleza.
Minúscula inversión productiva y denodado elevado consumo son los frutos macroeconómicos que hacen fiesta en nuestra historia reciente. Ingrato binomio, particularmente por ser a costa de los bizarros sacrificios solidarios de los hermanos lejanos, que gracias al religioso constante flujo de remesas se han vuelto parientes ultra cercanos.
Acompañar con aplausos y carcajadas la infatigable depredación de bienes significa estar a favor de mantener y sostener un fenómeno consumista egoístamente desfavorable para el futuro de nuestro país y de cualquier otra región que tolere la misma enfermedad económica. Habría que preocuparse por la relación Consumo/PIB superior al 100% que ha mostrado El Salvador. No es un honor sino preocupante ocupar el tercer lugar en el mundo. Mientras  que en Costa Rica es menor al 80%, y sin embargo, el bienestar de su población es superior al nuestro.
Pero el problema y quejidos que enfrenta el bosque son tremendamente superiores a las nimiedades del árbol pulgarcillo nuestro. ¿SER (agorero) O NO SER (realista)?. Quien podría haber imaginado que fuese un encargo execrable la misión tan inocente que insinuó: …“Creced y multiplicaos, Y poblad la tierra”.
La hemos churria estropeado por seguir tal “faena” al pie de la letra, con tal eficaz manía cumplidora, que ahora tenemos la tal grave afrenta de ser un bulto tumoroso los seres humanos para la inocente planicie y declives que poblamos.
Quizás nos cuesta aprender a multiplicar 8x8, 6x7, etc., pero la aguda, grave y esdrújula perturbadora alarma radica en el brutal aprendizaje a multiplicarnos.
Sin duda, la mayor amenaza para la vida del ser humano y resto de forzados colegas de viaje planetario, ha sido ejecutar con destreza implacablemente inigualable el placentero deporte reproductivo de corretear a CRECED Y MULTIPLICAOS. Recado vertido en tiempos remotos pero recién asumido como reto temerario a lo bruto, bajo la complicidad explícita del también acelerado avance en las ciencias, que ha provocado aumento en la esperanza de vida con aparente alegría. Ahora, además que somos más, de ribete vivimos más del doble en comparación con un siglo atrás.
Dicen que no hay mal que por bien no venga. Pero con tal re-doblete en el vivir y el chingo de población mundial, no cuesta en contrario imaginar el significado reverso que no hay bien que por mal no venga. Y lo jodido es que como dice otro refrán, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. En todo caso, si la naturaleza por milagro hace caso omiso de este adagio, hay una infausta garantía a su cumplimiento: la amenaza latente del arsenal nuclear que “gentil” y científicamente rebuzna sobre nuestras vidas.
Pobrecillo el planeta. A pesar de poseer una riqueza de recursos (tal vez) única en el universo, la finca que nos ha dado posada en el presente transita una carrera vertiginosa hacia la pobreza. No es tan lejano el momento en que si logramos sobrevivir, nuestra vida en vez de terrícola pase a ser marciana por desértica planicie.
Para poder alimentar y hacer la vida más fácil (o difícil) de tantos miles de millones de animales “humanos”, se requiere chingasal de millones y millones de productos, que tienen como coste un “pavoroso” saqueo extractivo sobre la naturaleza.
Los economistas dicen que no hay almuerzo gratis. Pero en este caso lo preocupante no es su importe económico, sino más bien el nefasto y amenazante costo potencial sobre la vida que facilita el mundo, lo que augura futuro funeral a la existencia.
El consumo de bienes materiales: alimentos, vestido, de limpieza, combustible, libros, de belleza, calzado, materias primas, maquinaria etc. y etc., más la adición de los llamados servicios (la música, diversión, literaria, médicos, etc. ¿todo?), termina siendo al final del camino presente una marea depredadora “siniestra”. Puesto que el consumo de servicios es otra forma indirecta-directa de consumo de bienes, en tanto que su generación involucra inevitablemente el uso de otros bienes (materiales), es válido obviar diferenciar entre uno y otro y simplemente hablar del consumo.
Resulta contradictorio que el consumo que se supone es un medio necesario para vivir, ahora resulta que desafía la vida provocando que ésta agonice más temprano o más tarde, dependiendo de si logramos hacer conciencia que hay que joder menos al planeta consumiendo menos, bastante menos, para no terminar de acabarnos aceleradamente en la actividad productiva las reservas que aun detenta la naturaleza.
Lamentablemente no hay margen ni posibilidad de error cuando en forma atrevida nos atrevemos a calificar al consumo mundial presente como perverso y ruin, a diferencia del equilibrado que ejecutan otras especies animales. Y aquí nos referimos al consumo con las peculiaridades propias del momento histórico del último siglo. Son espeluznantes las formas y cantidades de bienes que se “despilfarran” a lo largo y ancho del planeta. Por más racional que este llegase a ser, somos más de 7x109 animales dizque humanos que urgimos de consumo, y por lo tanto el mundo que habitamos enfrenta la presión atroz de tener que alimentarnos y satisfacer nuestros múltiples e ingentes caprichos, A COSTA DE PISOTEAR LA ATMOSFERA, LA PLANICIE Y LOS MARES. La luna se salva pues no está al alcance.
Consumo à Gasto de Energía y Materiales à Contaminación y Cambio Climático
Desde hace unas pocas décadas el consumo que llevamos a cabo los llamados seres humanos, es el consumo (en cantidad y variedad) más inhumano que especie alguna pueda ejercer. Inicialmente, éramos muy pocos y en consecuencia irrelevante nuestra existencia para el planeta. Hoy somos un tumulto viviendo en el mismo piso. Hacinamiento planetario inmanejable.
A nadie se le ocurre ni siquiera con suprema imaginación que se pueda expandir el terruño terrícola, es decir, agregarle otro piso al edificio planetario que nos cobija. Ni por compra, deuda, robo-conquista, indemnización podemos adueñarnos de otro terreno planetario. Tampoco es factible por decreto universal desaparecer por arte de magia a tantos como 3,000 millones (3x10^9) de paisanos sapiens. O más, para aliviar el suelo. Aunque el destino no tiene restricción y es libre de sanear lo inevitable.
Por cierto, también es inservible incluir en protesta un recurso de apelación, bajo el tecnicismo que se considere los diferenciados grados de culpabilidad entre los traslucidos infractores del delito consumista: mayor para quienes más “mastican” y se benefician $$$$ del negocio que ello deriva, y menor para quienes consumen menos y ya no se diga para quienes incluso comen salteado.
Se estima en 80 a 20 la desigual repartición del consumo mundial en favor de los terruños del riquillo primer sobre-mundo en contra de los empobrecidos países rezagados. Etc. etc. Igualarnos significaría trabajar 45 horas diarias. Imposible, por suerte, pues el universo no acepta “mordidas” para un cambio de tales dimensiones.
Pero el verdadero problema no está en los detalles: quien o donde sino en que efectivamente hay un consumo gigantesco, terco consumo desmedido. Y lo peor, que se clame como solución producir más para consumir más y desarraigar las infelicidades que persisten. Todos sin excepción tenemos vela en el entierro.
Adicionalmente a las voluminosas  demandas que ya suman los países desarrollados, más la precaria que agregan los subdesarrollados, el exitoso y “envidiable” crecimiento recurrente de China y la India son
otra vampiro-estaca, virtuosa en lo inmediato para tales países, pero tosco acido para las existencias y aguante del planeta.
En última instancia es irrelevante para el planeta quienes son los que salvajemente lo ordeñan. El problema es que hay demasiados culpables y no sobre en quien radica la culpa y en qué medida.
La naturaleza no entiende el rollo explicativo de buenos y malos en la película.
Más que aliviar responsabilidades de los culpables, aquí se busca también reconocer que hay víctimas inocentes del velorio que sigue a la instrucción que completa la tarea creced y multiplicaos. Ni superman, Mickey Mouse o Chespirito, podrían salvarnos.
Para toda otra forma de vida animal que no sea la humana, su presencia ha sido decreciente durante los últimos 200 años de historia, particularmente desde que se inventaron y masificaron el uso de armas que disparan en base a pólvora o sus ogro equivalentes, agravado el impulso destructivo con la vestimenta de cemento (edificaciones e infraestructura – carreteras en particular) que se sobrepone al planeta.
A estas alturas del partido, es harto conocido que incluso hay especies en peligro de extinción y otras que sin pena ni gloria no sólo han “temblado” sino involuntariamente dejaron de existir, gracias a la invasiva intromisión de sus espacios naturales por parte de los multiplicados animales humanos. Lo que empieza como génesis terminará como apocalipsis. Somos un peligro pa’ todo lo que se mueve o no (tala brutal de bosques).
Los “frutos” que los humanos excretamos luego de digerir estomacalmente los insumos alimenticios, son montañas y montañas de marranos miércoles sin ceniza que embadurnan las cándidas llanuras subterráneas del planeta. Montañas de “estiércol” transitan sin misericordia por los servicios sanitarios y sus carreteras (cañerías aguas negras) anexas en las ciudades.
Sin embargo, aunque ya de por si es  magno pestilente llenar al planeta con más de 7000 millones de cagadas diarias sin descanso en adición a la basura “regular”, lo extra súper grave es la contaminación y el desmembramiento en multivariado formato que hacemos de sus entrañas para producir/consumir el volcán de bienes que para “vivir”, “urgimos”, demandan nuestros colegas hermanos acompañantes en la aventura terrícola de poblar, creced y multi-multiplicaos sobre el planeta tierra.
¿Somos sociedad de consumo o suciedad post consumo?   AMBAS y ‘maiz pior’.
¿Cuál será el verdadero animal que si es humanamente humanista? Ni siquiera nuestra fidelidad instintiva de protección
y la herencia genética podría justificar adularnos con la provocativa duda que los humanos seamos nosotros.
Por ello es falso e indebido cuando se califica en tono peyorativo algo como inhumano merced a su connotación inaceptable, ofensiva o condenable. Alternativamente, sugerimos mejor usar como adjetivo despectivo para esos casos simplemente adicionar “humano” – ¿detestable?- en lugar de inhumano. Los animales no humanos, los verdaderos inhumanos, no son “tan” irracionales como los “propiamente” humanos.
Duda razonable sobre que somos. Homos seguramente ¿pero sapiens? quien sabe.
Si llamamos consumo gula al que ejercido en exceso termina matando al consumidor, provocando sobrepeso (alimentos), estrés invivible (vicios), sobredosis, extravagancias, etc. El que José Mujica (actual presidente uruguayo) identifica para comprar infinitas cosas nuevas que sólo se superan con otras”.
Tenemos un nivel de consumo imperdonable e inexcusable , cuyo exceso termina desmembrando al planeta de la vida cuasi eterna que podría haber gozado, hasta que los desastres que acosan al universo (meteoritos) terminaran dándole naturalmente “matacán”, haciendo valer la pena de muerte galáctica a que están condenados todos los cuerpos celestes y de cualquier color.
Cruz cruz contra el anticipado “matacán” que conlleva el “meteorito” consumo contaminante y que mastica con rabia fiero EXTRACTIVA minerales y petróleo provenientes de reservas engendradas en miles o millones de años. Sólo dos HP pinches siglos han sido suficientes para que enfrenten pronta extinción, además de otros pendejismos colaterales en formas de alimentación, caza imbécil deportiva, construcciones al rojo vivo masivo envolvente, y muchos more panzudos etc. etc. etc. y + etc.à Reza/vota/exige/difunde/suplica por un:
Rotundo NO al desmedido consumo gula e imperdonable.

SI al consumismo en reversa…….. Emblema de la austeridad útil y racional:
Entiéndase: con su mismo traje  pues no es obligatorio tener closet con un arsenal de ropa…con su mismo celular…con su mismo televisor…con su mismo carro, moto, bicicleta o patines, con su mismo reloj,  consumismo etc. etc. etc. etc. y etc. habido y por haber, obviando, eludiendo, escapando a la “”necesidad”, presión, estimulo o atractivo a ser cambiados únicamente porque hay una innovación o nuevas modas –excepto cuando se requiere para reposición por deterioro, pérdida o finalización de su vida útil-.
Se propone/demanda/exige/suplica abstenerse al consumo mayor de bienes que siendo “prescindibles”, es factible de satisfacer sólo porque existe capacidad de pago que financie su adquisición. Impulsemos férrea inhibición al consumo frívolo aun a pesar de malvivir bajo el accionar acosador que ejercen los cantos de musa publicitaria, la envidia, imitación u otros medios de estímulo consumista que finalmente llevan a la destrucción de la finca en que vivimos.
A menos consumo, menos producción requerida, menos guerra declarada a la naturaleza. Y además, ineludible demandar MENOS REPRODUCCION de la especie.
si la felicidad de una persona, si su imagen de su mejor Cielo estriba en una enorme tienda con todos los productos para comprar, en verdad no parece algo edificante, constructivo ni elevado para su condición humana. ..Que no es lo mismo que una persona cultive su intelecto que si entrega buena parte de su vida al entrenamiento para comer más y más salchichas para así ganar concursos Guinness”.
No es tan descabellado especular que si aquellos políticos nuestros que gustan jugar de economistas y viceversa, tuviesen el afortunado desliz de buscar con afán la terapéutica orientación-asesoría de uno o varios psiquiatras, bajo el ánimo de calmar su sed de grandeza arrevesada, podría ser menos trágica y quizás ni siquiera visible la consiente e insulsa manía irresistible de heredarnos las agrias venturanzas que digerimos con fuerza casi irresistible en nuestro diario (mal) vivir.
Tal pretensión tiene visos seguros de ser misión imposible. Así que esperar únicamente que resuelvan nuestros problemas desde allá en las alturas, desde la posición de remanso de los “líderes” que lideran y san-joden el destino del suelo patrio y ajeno, significa una esperanza con letra muerta.
Hay muchos consejos que vacunan contra los males malignos que nos frecuentan, cuyo seguimiento ofrece protección gratuita y decentes llamados de racionalización.
Por ejemplo, dejemos de hacer caso omiso al conocido sublime rollo ese que dice: “cogito ergo sum”           (pienso, luego existo)
El que bajo la lupa interpretativa del “filo-sofo” Eugenio Dervez podría significar:
Un vergo de sum sin mucho de cógito
Oído sordo al pendejismo que me rodea
Que suficiente tengo con el propio.

Juan-cho
Tamen

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