A FRANCISCO ANTONIO GAVIDIA
Rubén Darío
Rompi el paquete, y me saltó de gozo
El corazón al ver escrito el nombre
De gavidia en el libro. ¡es un poeta
Para mi tan
simpático! Y sobre eso,
¡le quiero tanto! ¡en fin! Soy entusiasta
Por todo lo que escribe, y muchas veces
Le he aconsejado publicase
Sus versos en un tomo; pero siempre
Modesto, nunca quiso
Aceptar el consejo. Aquí está el libro,
En lujosa edición; aquí su nombre
Y aquellos versos que leímos juntos
En días que pasaron, y otros nuevos,
Tan solamente frutos producidos
De savia fecundante y productora...
Por árbol vigoroso y bien repletos
"desde el cielo, Eloísa,
Vuelve hacia mi los ojos.
Mira: ¡estos son los versos
De tu francisco antonio..
Esto es para su madre,
en la primera
Página de su libro. Muy
seguro
Estoy que desde el cielo
ella le mira
Y que de su hijo queda
bien pagada.
Poeta de corazón, poeta
inspirado,
Francisco tiene ardor,
francisco es águila.
Es rudo, es apacible, es
vigoroso
Y suave, arrulla y trina
como un pájaro,
Y clama con la voz de las
tormentas,
Y -se eleva
hasta el sol. ¡qué gran espíritu!
Tiene diez y nueve años
hace poco
Que era un adolescente.
La poesía
Desde la cuna le
infundió su aliento.
Y el niño aquel tuvo alas
voladoras,
Y ha crecido y crecido
con pujanza
Hasta llegar a ser lo que es: una alta
Gloria de cuscatlán, de Centro-América.
Gavidia es un poeta que impresiona,
Desde el instante en que
se lee: maneja
La lengua con vigor y
gallardía;
Es subjetivo hasta el
extremo rígido
En la forma, los
clásicos le arrastran;
Y he aquí que sus versos
son muy dignos,
Por su fondo, del tiempo
en que vivimos;
Y por su bella forma y elegancia,
De aquella edad de oro en
que brillaron
Los moretos y tirsos inmortales.
Pero hay más es un vate
americano;
Une a la
donosura del idioma
Puro español, la
majestad y aliento
De la virgen América,
esta tierra
Llena de fuego y de
hermosura llena.
Naturaleza le
entusiasma, y pulsa
Los alambres sonoros de
su lira
En loor de ella; amor le
toca el pecho,
Y un raudal de conceptos
deliciosos
Brotan sus labios; el
pesar le hiere,
Y el treno de la angustia de su acento...
No me ciega amistad, ni
da el cariño
Tintes fuertes al cuadro
que presento:
Al amigo le quiero
Y al poeta le admiro.
Sobre todo, gavidia es hombre puro.
El, joven en su vicia, se
retrata
En sus versos: en su alma
limpia y noble.
¡ y él quisiera que todos así fuesen!
Juzga el amor
como dolencia sacra
Que martiriza al par que infunde
llama
Del calor infinito; la pureza,
/a virtud, la honradez, muy
naturales
Casas. Gustavo Adolfo
Bécquer estuvo enfermo de esa
fiebre;
Gavidia mira al ideal risueño
Y goza de la fruición de lo
inefable
Con todo corazón. Ya bien conoce
Lo que es la humanidad, y da a
entenderlo.
¿quién no advierte, al través de
los renglones
Bruñidos y correctos, esas lágrimas
Que derraman los ojos al impulso
De las penas secretas del
espíritu?
No creáis, ¡oh vosotros. Mis
lectores!,
Que son frases y ruines
lloriqueos,
Como tanto versero nos espeta
Quejándose de amor y
"calabazas"...
Es el suspira fiel de un pecho
joven.
A fuer de hombre franco, yo
aseguro
que en todo centro-América,
el tomo de los versos de Gavidia
es lo primero que hemos visto en
libros
de esas materias. Yo no ofendo a
nadie.
Llamen a juicio los que duden de
esto,
y digan si es verdad. Como este
tomo,
quisiera yo que a España se
mandasen
cientos, para mostrar que en
nuestro suelo
Apolo esparce su fulgor divino.
Leo y releo el ejemplar y peso,
En la balanza de imparcial
sentido,
Su mérito; procuro hallar
defectos,
Y bellezas me salen al encuentro.
Un acontecimiento literario
Es la publicación que admiro
ahora.
Ella sola ha tejido una guirnalda
De laurel para el vate que da
vida
A su patria, a su tiempo y a su
nombre.
Los
versos amorosos de Gavidia
Son
verdaderas RIMAS y conmueven
Hasta la
exaltación. Una graciosa
Y
espiritual amiga que leía
UN
CORAZÓN, me dijo, impresionada:
“Dichosa
esa Isabel con tal amante”.
Ese es
el nombre de la que él describe
Con
divinos colores. Esas rimas
armónicas
y dulces en que canta
la historia de un amor
cándido y tierno,
lleva cierta dulzura
al alma joven
que tiene anhelos y
que en ansia vive:
celestial e infinita
complacencia.
Cuando describe el
bardo es admirable.
No pinta al describir:
fotografía.
Tiene una exuberancia
de colores,
a las veces sutil, ora
apacible,
ora con expresión casi
salvaje.
Estilo original; tiene
sus visos
de clásico maestro, y
pinceladas
de un arrebatador
naturalismo.
El ritmo de los metros
en su canto
es madeja brillante de
hilos de oro,
que teje y descompone a
su capricho;
las figuras creadas a
manera
de escultor, con cincel
y con martillo.
A veces forja, mas
también deslíe.
Una flor es su amiga y
una estrella
su hermana; pero el
trueno es confidente,
mensajero también de
inspiraciones.
Plácele contemplar los
cuadros plásticos
de la Naturaleza y los
terribles
del corazón humano. Sus
autores
favoritos, en quienes
se engolfa, son el
viejo Esquilo, el rudo
Homero, el Dante amargo, y Hugo. ¡Genios...!
Prometeo le admira
cuando grita:
—¡Ah!... — y alguien le
interpela: — Prometeo!
¡Esas no son palabras
de los Dioses!
Aquiles le refiere sus
hazañas;
Francesca le confía
sus amores,
y Gwinplaine le sonríe
con sonrisa
monstruosa y que además
aterroriza.
Gran poeta es Gavidia. Este volumen
hoy lo presenta ante
el inmenso campo
de la crítica, y dale
nombre y fama
grandes y merecidos.
Que veamos
otros libros y otros
como éste que
admiramos. Yo le envio
al amigo un saludo con
afecto
al par que orgullo, y
al autor glorioso
la admiración y aplauso
de mi patria,
que se siente también,
como la suya,
honrada y satisfecha
por el triunfo
de un
centroamericano...
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