Durante casi todo el siglo XVI y parte del siglo XVII, la corona de Castilla reinó sin oposición en América desde el hoy estado de Missouri en USA, hasta el Cabo de Hornos o Tierra del Fuego en Argentina.
Inicialmente los españoles no tenían completa idea del vasto y rico continente que habían hallado. Por entonces ya habían perdido los principados italianos, las tierras de Flandes, el peñón de Gibraltar, y en 1588 su Armada Invencible había sido destruida. Pero los ibéricos tenían las ricas y fértiles tierras americanas.
El historiador Santiago Ignacio Barberena en su libro “Historia de El Salvador” transcribe al poeta cubano-español Nicolás Heredia, para describir el pensamiento español del siglo XV, al darse cuenta de la magnitud del nuevo continente:
"¡Los objetos naturales se agrandaron de repente! El individuo humano, los animales, presentaron formas increíbles; árboles y frutos rompieron los moldes conocidos; el Mont Blanc y el Mulhacén se achicaron ante el Chimborazo y el Pichincha; el Volga, el Talo y el Danubio se convirtieron en humildes arroyuelos, comparados con el Mississipi y el Amazonas, las selvas escandinavicas no eran sino jardinillos de recreo al lado de los inmensos bosques de los trópicos; las minas del Anáhuac y del Perú obscurecieron con el brillo y la cantidad de sus productos las doradas leyendas de Ofir y de Cipango, en una palabra, la naturaleza virgen, en sus combinaciones más vistosas, originales y variadas, se exhibió de improviso como una apoteosis deslumbrante".
El siglo XVI trajo a España aún más gloria con intrépidos viajes, descubrimientos, y osadas exploraciones... ¡Ni un solo colono inglés vivía en América!... Jamestown se fundó en 1607 y el Mayflower no llegaría con los Peregrinos sino hasta 1620. Sólo Portugal comenzaba a tratar de igualar y retar la corona de Castilla con viajes a Brasil.
Mientras tanto en suelo americano ya habían sido establecidas centenas de pequeñas ciudades, villas y pueblos con los nuevos emigrados españoles. San Salvador, por ejemplo, data de 1524, los nuevos colonos emigrados eran nobles, frailes, soñadores, perseguidos, mercenarios, aventureros, asesinos... etc., y muchas empresas conquistadoras estaban en su apogeo...
Entonces el descubrimiento del oro, primario factor de su conquista, sembró aún más la ambición y la codicia que se apoderó, no solo de la corte española, sino peor aún, de los conquistadores pues comenzaron a matarse entre sí.
La codicia y crueldad de los conquistadores castellanos hacía pareja a su
celo y fanatismo, esto trajo violentas conspiraciones, traiciones, conjuras... y comenzaron a matarse entre ellos mismos como siglos después lo hicieron en las Guerras Criollicidas centroamericana.
En Sur América, por ejemplo, Francisco Pizarro y sus hermanos, conquistadores de Perú, ahogaron a Diego de Almagro, conquistador de Chile y la Argentina; el hijo de Diego de Almagro mandó matar a Francisco Pizarro; Vaca de Castro, seguidor de Pizarro, hizo matar al hijo de Almagro; Blasco Núñez Vela, seguidor de Almagro iba ejecutar a Vaca de Castro cuando Diego Pizarro lo mató... Los Conquistadores suramericanos comenzaron aniquilarse sin piedad en su ambición por oro, poder y gloria...
En Centroamérica Pedro Arias Dávila (Pedrarias Dávila) llegó en 1514 desde España a Chiriquí y conquistó Panamá, Nicaragua y parte de Honduras. Pedrarias Dávila fue el asesino más violento de los conquistadores centroamericanos. Todo esto hizo que Cortés sintiera amenazada sus conquistas enviando a Cristóbal de Olid a Honduras para proteger sus conquistas, Olid lo traicionó y obligó al mismo Hernán Cortés viajar a Honduras.
Hernán Cortés peleó contra Gil González Dávila, quién luchando a Pedrarias Dávila, se defendió contra Cortés...
Estas campañas llegaron a convertirse en las primeras guerras fratricidas realizadas en suelo centroamericano, y duraron cierto tiempo.
En el siglo XVI comenzó la esclavización (iniciada por Colón) y el aniquilamiento de poblaciones indígenas enteras. Casi medio millón de indios del Caribe fueron declarados caníbales y virtualmente desaparecieron.
Según historiadores, en 50 años en Perú, habían muerto más de dos millones de indios, y cuando Perú se independizó habían muerto las nueve décimas partes de su población indígena.
En su libro "Los Indios", el historiador guatemalteco Antonio Batres Jáuregui (1847-1929) escribió:
"... Se les trataba como a bestias de carga, no había comarca ni choza en donde no hubiera espanto y dolor. No era dable que los europeos, superiores en civilización, considerasen, en aquellos tiempos, humanamente a los vencidos... los sacerdotes mantenían la paz en la inmensa turba de esclavos, incesantemente diezmadas, y echaban algunas gotas de agua bendita sobre sus poblaciones, que apenas muertas eran enterradas en el olvido. Cada pueblo lo gobernaba un cura. Toda desobediencia era castigada con una doble pena civil y religiosa, todo rebelde era un hereje, a quién a la vez se penaba con la muerte y la excomunión..."
La crueldad y la barbarie fueron la principal causa del exterminio aborigen, pero otras causas también contribuyeron fatalmente a ello, como los trabajos forzados en las minas de oro y metales preciosos; y las nefastas enfermedades infecciosas comunes en Europa, pero nuevas en América, como la viruela que se dice llegó en 1520, la sífilis, la peste bobónica y otras y otras pandemias.
El consumo del alcohol fue otro factor clave, es hoy reconocido en la medicina que los nativos de toda América son físicamente hipersensibles a las bebidas embriagantes, cayendo más fácilmente en el abuso que otras razas. Aunque los aztecas y mayas hacían pulque de agave, y los pipiles hacían, dependiendo del tiempo fermentado, además del pulque de agave, la chicha y agua dulce de la piña, fue el recién traído cultivo de caña de azúcar por los españoles que creó el aguardiente el que diezmó la población indígena.
Sin embargo, costando todo lo que costó, los españoles en lugar de aniquilar y virtualmente extinguir completamente la población indígena de la América Española les impuso a cambio, si bien con tortura y hoguera, su religión.
Sus contrapartes anglosajones, en cambio, aniquilaron a los casi 10 millones de indios en sus tierras norteamericanas.
En las cortes españolas, el clero (con todo y su escondido propósito de apoderarse política y económicamente de las florecientes colonias), con su influencia y poder contuvieron la extrema barbarie española persuadiendo a sus reyes la necesidad de nueva feligresía, evangelización y civilización de los "nuevos" seres humanos... los miles que se salvaron, salvaron los millares del futuro... y permitió el nacimiento e incremento del mestizo... Pero las reales miras del clero era ejercer su influencia y adquirir riquezas con la explotación de estas "nuevas razas".
Sanguinario azar del porqué aún hoy día en el naciente siglo XXI, tribus descendientes de estos sufridos aborígenes se mantienen con vida, aún viviendo según sus costumbres, pero ya no su religión y en eterna lucha contra los extremos vientos evolutivos.
Por eso en el siglo XXI Guatemala tiene una población 45% indígena (de origen Maya-quiché-cachiquel), 45% mestiza, y 10% blanca, Honduras es 7% indígena, 90% mestiza, 2% negra y 1% blanca; Nicaragua 5% indígena, 69% mestiza, 17 % blanca, 9% negra...
Y en toda América: Perú es 45% indígena, 37% mestiza, 15 % blanca. Bolivia es 50% indígena, 30 % mestiza y 17% blanca...
Y El Salvador de hoy es 95 % mestizos, 4% indígena, y 1% blanco.
Tamen
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1 comentario:
Uno de los mas nefastos caracteres de la Iglesia Católica Española cometió una de las barbaridades mas gandes la destrucción de los Los códices mayas
Diego de Landa, obispo de Yucatán, quien se dedicaba a destruir cualquier texto de esta cultura que caía en sus manos por considerar que era obra del diablo.
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