1521 fue un año trágico para Latinoamérica, fue el año que los conquistadores españoles destruyeron la bella Tenochtitlán, la más grande ciudad de América entonces. Luego siguió Guatemala, El Salvador, Sur América…
Los descendientes de estos asesinos siguen allí, enriqueciéndose, explotándonos, y manteniéndonos brutos y enfermos mientras ellos se atiborran del dinero producto del sudor de la tierra que han robado, y de las mayorías que tienen embrutecidas…. Pero Sur América ya despertó, y Centroamérica ya comenzó a despertar.
El 15 de marzo, esa banda colonialista que tantos siglos nos ha acorralado en la miseria y la pobreza perderán el poder político y se les descubrirá lo que muchos creen imposible.
Pero México tenía poetas Aztecas anónimos para cantar la fatalidad de 1521, fueron estos poetas náhuas anónimos los que cantan el dolor de la derrota del pueblo Méxica. Son ellos quienes con sus poemas inmortalizan la caída de la bella Tenochtitlán.
A estos poetas de Lenguaje Náhuatl se debe el conocimiento de los sucesos acaecidos en 1521, durante la caída del Imperio Azteca y la conquista española del pueblo mexicano... Ellos estuvieron allí, ellos lo vivieron, ellos lo escribieron... y ellos lo cantaron.
El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco.
Por agua se fueron ya los mexicanos;
semejan mujeres; la huída es general.
¿Adónde vamos?, ¡oh amigos! Luego ¿fue verdad?
Ya abandonan la ciudad de México:
el humo se está levantando;
la niebla se está extendiendo.
Con llanto se saludan el Huiznahuácatl Motelhuihtzin,
el Tlailotlácatl Tlacotzin,
el Tlacatecuhtli Oquihtzin.
Llorad, amigos míos.
tened entendido que con estos hechos
hemos perdido la nación mexicana
¡El agua se ha acedado, se acedo la comida!
Esto es lo que ha hecho el Dador de la vida en Tlatelolco.
Sin recato son llevados Motelhuihtzin y Tlacotzin.
Con cantos se animaban unos a otros en Acahinango.
Ah, cuando fueron a ser puestos a prueba allá en Coyoacan
Y todo esto pasó con nosotros:
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo,
pero ni con escudos
puede ser sostenida su soledad.
Hemos comido palos de colorín,
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos...
Comimos la carne apenas,
sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne,
de allí la arrebataban,
en el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio
sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio
veinte tortas de grama salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas,
plumajes de quetzal,
todo eso que es precioso, en nada fue estimado
Prestado de CUSCATLAN, Literatura Azteca
Tamen
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1 comentario:
tamen,
si existe algo que me causa una profunda indignacion es esa porcion de la historia.
buen reporte.
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