"La energía no se crea ni se
destruye, sólo se transforma de una energía a otra", dice la Ley de Conservación de la Energía…
Cuando se me enseñó
sobre la Ley de Conservación de la Energía en Química General I, en la Universidad
Nacional por el doctor Sídney Mazzini, 1973-74, se me vino un pensamiento
descabellado. Lo escribí esa noche en mi diario personal, pero rápido lo olvidé porque recuerdo nunca discutí sobre
ello con nadie ni a verga ni enmotado.
Entonces en 2001 la policía racista de Chicago
ejecutó a mi hijo de 21 años con 10 balazos para subdue him porque andaba a verga. Eso alegaron los dos racistas polacos después.
Yo me hallaba en El
Salvador y la noche después de su muerte yo me hallaba hecho mierda, dormí, pero me desperté a las 3 de la madrugada
buscando sacar todo lo que llevaba dentro en ese momento, hablé con Mi Dios, hacía
unos años había encontrado la manera de lograr eso: Escribir…
Fue en diciembre 2004
cuando me atacó una pálida de ansiedad
hallándome sólo en Houston. Para sosegarme hice lo que en esos momentos también
hacía: leer, esta vez no agarré
libro, sino releí por quinimil vez mi diario personal y buscando página al azar hallé lo que escribí en
1973 sobre la clase del doctor Mazzini en Química I.
De allí salió este
relato: www.cuscatla.com/cuadrantenf.htm
De esto hoy hace 21 años y cuando ayer leí una noticia sobre la luz
y la muerte, recordé que hace casi 10 años también había leído la noticia
sobre la luz y la vida y noté ambos encajaban en lo que escribí en 2004…
La vida es maravillosa, pero tan sólo es un fotón de energía desde que se nace hasta que se muere.
Durante vivimos se puede
adquirir otras formas de energía que hace variar la cantidad de energía necesaria
para el motor del vivir, pero al morir el original
paquete de energía vuelve a ser siempre el primitivo paquete energético: una partícula llamada biofotón, es el que lleva luz, que, para mí, sale del cuerpo al morir, y cumpliendo la Ley de Conservación, emigra
a velocidad de la luz por 26 mil
años-luz de distancia, llega al Hoyo Negro llamado Sagitario A, en el centro de la Vía Láctea, donde el fotón
atraviesa el Hoyo Negro y emigra quién sabe adónde, pero ya no puede regresar.
El biofotón es inmortal.
Eso que la religión
llama espíritu, la ciencia alma y el poeta ánima, es ese fotón de energía
lumínica que muestra su presencia al nacer
porque cuando un esperma penetra el huevo
y se une biológicamente al óvulo, allí, en ese instante sale una emisión de luz
que se conoce como la Chispa
de Zinc…
Al morir muere la carne, pero el paquete de
energía que brota de la Chispa de Zinc nunca
muere, porque es energía, es un inmortal
fotón.
Sin embargo, cuando fallecemos,
en el último segundo, en el postrero respiro, en el último latido, también se emite un destello de luz, eso es porque
se libera el primitivo fotón de
energía que sale del cuerpo muerto…
La vida y muerte es luz, y esta luminiscencia es un paquete de energía llamada fotón y este biofotón contiene nuestra información.
Los egipcios tenían
una obsesión con la muerte, las
pirámides provienen de esta obsesión humana, ellos sí creían en la vida después
de la muerte y quizás no estaban equivocados, excepto por la exegesis de la
muerte.
Casi todas las religiones que existen y han existido
han creído en la existencia de la vida
después de la muerte, diferentes interpretaciones, pero el mismo fin: vivir vida eterna.
Mi religión católica, la cual mi madre me inculcó, habla del
cielo como un paraíso en la cual
viven y llegan almas mortales nobles,
rectas, insignes… A vivir "vida eterna a la diestra de Dios Padre", pero ningún terrícola jamás ha regresado de la muerte a contarnos si esto existe.
La ciencia quizás hoy
es más coherente con las creencias
religiosas porque la ciencia, de acuerdo a la Ley de Conservación de la Energía, convierte a este biofotón de luz como eterno.
El emigrante post morten fotón que lleva nuestra
información a otro lugar, quizás vive en otro Universo, al otro lado del Hoyo
Negro.
Yo soy un ferviente
creyente de la ciencia, pero también comulgo
con la existencia de un Poder
Superior, como yo le llamo, pero que los humanos le hemos puesto miles de nombres y lo fabricamos para adaptarlo a nuestros
más viles, mezquinos o sublimes propósitos…
También creo que este
insignificante biofotón que da la
vida a los seres vivientes y sale de
la carne y del cuerpo al morir, para ir quizás a "renacer" a otro sitio, en otro universo, pero sin nunca más
volver a la nave espacial llamada Tierra… Este biofotón es un instrumento
de Mi Dios tal cual yo lo concibo.
Y creo que, si hay
vida "humana" en otro lugar del universo, la ciencia, un día, lo demostrará, como ha comprobado que un fotón de
luz es señal de vida y muerte humana.
Tamen